Por un lado la presión de la competencia de empresas externas, capaces de aumentar su producción y hacerse con crecientes cuotas de mercado a costa de los miembros del cártel. Es el caso, por ejemplo, del terreno avanzado por Estados Unidos y su producción por fracking. A día de hoy Estados Unidos es el mayor productor de crudo del mundo.
Por otro lado, siempre existe la tentación de miembros del cártel de incumplir con las cuotas pactadas, incrementar unilateralmente la producción y aumentar beneficios en perjuicio de los demás miembros del cártel. La decisión de Arabia Saudí de aumentar la producción incluso pese a la actual caída del precio del barril es una buena muestra de ello.
Este nuevo escenario, por supuesto, se está cobrando sus víctimas. Rusia, Irán o Venezuela, países con una enorme dependencia de las exportaciones de petróleo, ya están sufriendo serios problemas económicos, que podrían agravarse si el precio del petróleo permanece mucho tiempo a estos niveles.
Además, muchas empresas estadounidenses de shale oil, las auténticas protagonistas del sector durante los últimos años, a los precios actuales dejan de ser rentables. Algunas entrarán en pérdidas e incluso tendrán que declarar la bancarrota. Otras aún podrán obtener beneficios, pero verán una seria caída de su rentabilidad. Lo que desde luego se va a producir, de estabilizarse el mercado en estos niveles, es una importante caída de la inversión nueva en este sector en Estados Unidos.
Esta realidad ha llevado a muchos analistas a alertar de que la recuperación económica en el país norteamericano podría sufrir un frenazo, por dos motivos. Primero, por el parón en la inversión y la caída de la rentabilidad en el sector petrolero. Y segundo, por el pánico a la deflación.
Mi opinión es, sin embargo, que dichos miedos son infundados y la caída del precio del petróleo puede suponer, de mantenerse en el tiempo, un importante y sano estímulo para la economía estadounidense. Estados Unidos es, con diferencia, el mayor consumidor de petróleo del mundo. El petróleo es uno de los más importantes factores productivos en una economía como la americana, crucial para la competitividad de la industria, esencial para el transporte de personas y mercancías, e incluso también relevante para la generación eléctrica.
Una caída tan abrupta del precio del barril supone un enorme recorte de costes a lo largo de toda la economía estadounidense, capaz de disparar la competitividad de la industria. Además, supone una inyección directa de dinero en el bolsillo del americano de a pie.
Calculaba The Economist que esto supone para el americano promedio una nada desdeñable inyección de unos $800 anuales. Pablo Martínez Bernal informaba recientemente de que a nivel global la inyección para los consumidores sería de en torno a los 1,3 billones de dólares.
Se produce lo que se denomina ‘efecto renta’: las caídas de precios de este tipo provocan aumentos en la renta real de los ciudadanos. Esta nueva renta se podrá utilizar bien para consumo adicional o para inversión, en ambos casos dinamizando la actividad económica.
The Wall Street Journal informaba de que si el precio del petróleo se mantiene en 2015 en torno a los $60 por barril, el PIB podría crecer un 2,7% y el desempleo caer hasta el 5,5% con una inflación de sólo el 0,2%. Pero las estimaciones serían aún mejores en un hipotético escenario con precios a $40 por barril, con un crecimiento del PIB del 3,1%, un desempleo del 5,2% y todo ello con caídas de precios de hasta el 0,7%.
Un estímulo económico de esta naturaleza es enormemente saludable. Las caídas de precios por un aumento de la oferta, por una mayor y más eficiente producción de bienes y servicios, no tienen nada que ver con las temibles deflaciones “malas” debidas a liquidaciones bancarias masivas o a problemas de endeudamiento insostenible. Esto no es nada raro: por ejemplo, una de las épocas de mayor crecimiento y desarrollo de Estados Unidos, entre la Guerra Civil y principios del siglo XX, se produjo con “sanas” caídas seculares de precios, debidas a la creciente productividad de la economía.
En resumen, el desplome del precio del petróleo, aunque pueda causar problemas a ciertas empresas en el sector del shale oil, supondrá para Estados Unidos un muy saludable estímulo económico. Implicará tanto una mejora en la competitividad de las empresas como en la renta disponible de las familias. Bienvenida sea.