En anteriores artículos ya comentábamos “Váyase Mafo “ ante las increíbles chapuzas que el supervisor permitía. Se les cayó la careta de seriedad, confianza y trabajo bien hecho en la supervisión cuando la alarma y las exigencias ya eran comunes en todos los organismos. El respeto a la actuación inspectora y a la actuación del BdE pasó a diluirse, pasando a ser el colaborador necesario para certificar las tropelías y ocultar las debilidades de las entidades financieras, especialmente las cajas, por acción u omisión
Como en casi todo en este país hay clases. Y no se dice lo mismo a un gran banco que a otro, no se le permiten las mismas cosas y estamos en un estado de amiguismo. A unos las advertencias, como dice el informe, son verbales y a otros, por escrito. Cuando hay que ayudar a entidades de primera línea del país se mira hacia otro lado, se “subastan” entidades y se les aplican unos criterios que no son iguales a todos, se permiten cumplimientos más laxos en las medidas de liquidez y se les apoya en todo lo necesario, la opinión pública conoce el 10% de toda la realidad de lo que pasa entre el organismo supervisor y la banca, la opacidad es extrema.
Los responsables de la supervisión no la ejercieron correctamente y el mercado y la propia autorregulación no es suficiente para solucionar la situación. La opinión pública nunca sabrá cómo se realizaron los procedimientos de inspección y la mano tendida a quien interese, las reformas deben de ser transparentes y la información contribuye a que el sistema se refuerce, sacar las vergüenzas a los bancos públicamente y que esto no sea materia tabú es bueno para el sistema. Las debilidades hay que mostrarlas porque si no sabemos o conocemos nuestra enfermedad, no podernos aplicar soluciones.
También y hasta ahora el cliente de la entidad financiera podría considerarse a efectos de consumidor como el “último mono” al cual se le pueden pegar los palos que se desee por el bien de la cuenta de resultados del banco con la benevolencia del BdE y esto no puede ser. Las prácticas abusivas que se realizan a los clientes no pueden estar permitidas y los procedimientos de regularización no pueden ser tan largos para que el cliente desista de ellos en beneficio del propio banco , los excesos cometidos dañan nuestro sistema irreversiblemente. No sé si se acordarán de que nadie se fiaba años atrás de la solvencia de nuestros bancos cuando internamente se repetía que éramos uno de los sistemas más solventes del planeta. La información que se tenía no cuadraba con la que las entidades y el BdE ofrecían públicamente. Al final, insistiendo, obligaron a descubrir las debilidades de un sistema y del guardián del mismo. La reputación no existe actualmente y esto no se recupera en poco tiempo.
Luchas internas entre técnicos y políticos han llevado a una situación que siempre tiene los mismos perfiles, nunca hay responsables y siempre pagan los ciudadanos. ¿Quién permitía las preferentes y el resto de chanchullos que metieron a simples ciudadanos en estos embrollos financieros? ¿Alguien debe de ser el responsable de esta situación por acción o por omisión?
Que nadie crea que este cambio regulatorio es motu proprio, las presiones obligan a efectuar esos movimientos porque aquí somos dados a esperar que la tormenta amaine. Ahora se enarbola la ampliación de la inspección in situ en más entidades de las que antes se ejercía ampliándola a otras como el SABADELL Y EL POPULAR, ya quedan pocas más, esto lo ha habido siempre (en la CAM estuvieron dos años, en Bankia tiempo similar ) y cuáles fueron los resultados.
Hay que cambiar el estado de cosas y que, como en el sistema anglosajón, las entidades financieras sean fieles cumplidores de las leyes y sus errores no los paguemos todos los ciudadanos.
Rafael Montava Molina
Consultor Financiero Empresarial
rafaelmontava@hotmail.com