En una jornada en la que no se esperaban modificaciones a los programas del BCE la atención se centraba especialmente en un punto: el repunte de la inflación. Las preguntas que los diferentes periodistas realizaron a Draghi monopolizaron este tema para saber su valoración con respecto a la evolución de los precios dentro de la Eurozona y si eso podría sufrir modificaciones en la política monetaria.

La inflación de la región, en términos interanuales y tras los datos publicados por Eurostat, se encuentran actualmente en el 1,1% y cada vez más cerca del objetivo de la institución monetaria del 2%. Algo que, para Draghi, viene de la mano de los “movimientos de los tipos anuales y de las variaciones en los precios de la energía”.

Sin embargo, lo que ha llamado más la atención de todo su discurso es que, pese al último repunte que ha habido en la inflación subyacente, que excluye hidrocarburos y energía, y las presiones de Alemania para que vire en sus medidas para todos los socios europeos, es que indicó que ni mucho menos “la inflación subyacente se encuentra en tendencia alcista”.
 

 


El presidente del BCE comentó que el nivel de inflación “subirá más gradualmente en el mediano plazo apoyada por la política monetaria, la recuperación económica y la absorción de la holgura”.

En base a esto mantuvo la misma línea que en anteriores comparecencias al hablar de que su intención es la de tener los tipos bajos durante mucho tiempo en niveles actuales o inferiores. Además, En su nota, la institución monetaria explicó que “la facilidad marginal de crédito y la facilidad de depósito se mantengan sin variación en el 0,00 %, el 0,25 % y el -0,40 % respectivamente”
 
Lo más novedoso es que en la nota de prensa con la que han comunicado la decisión, el BCE apunta que “el Consejo de Gobierno sigue esperando que los tipos de interés oficiales se mantengan en los niveles actuales, o en niveles inferiores, durante un período prolongado que superará con creces el horizonte de sus compras netas de activos”. Asimismo, afirmó que las decisiones se han tomado por unanimidad.
 
El programa de compra de activos, el QE, ya fue modificado el pasado mes de diciembre, cuando la institución que preside Mario Draghi anunció que reduciría el tamaño de compras desde abril. En ese momento pasará de gastar 80.000 millones de euros mensuales a 60.000 millones de euros. Eso sí, el BCE ampliará la duración cuyo final se ha estirado hasta diciembre de este mismo año.

Por otra parte, en base a las citadas críticas de Alemania, Draghi expuso que lo importante de explicar es que ”la recuperación de la zona euro es lo que más le conviene a Alemania. Además dice que el riesgo de deflación ha desaparecido y que eso es importante”.

Sobre las nuevas medidas a aplicar o no dependerán de si las perspectivas económicas “fueran menos favorables, o si las condiciones financieras fueran incompatibles con el progreso del ajuste sostenido de la senda de inflación, el Consejo de Gobierno prevé ampliar el volumen y/o la duración de este programa”. En esta línea, apuntó Draghi que: “los riesgos para las perspectivas de crecimiento de la zona del euro se inclinan a la baja debido a factores globales”.