Parece que el camino trazado por el Banco Central Europeo para los tipos de interés en la eurozona en el presente ejercicio se parece mucho más a las construidas vías del tren que a una sinuosa carretera de montaña. Pero nada está escrito en economía y mucho menos con la volátil y poco certera ruta macroeconómica que los países de la moneda única europea comienzan a trazar en este 2023.
Mañana se reúne el consejo de Gobierno del BCE en Frankfurt para seguir subiendo los tipos de interés en lo que será su quinta subida desde el verano pasado cuando se puso fin a los tipos bajo cero en la eurozona. De momento parece que todo se mueve de forma cristalina: Klaas Knot, miembro de ese consejo y uno de los últimos en pronunciarse lo señalaba así, pero de forma contraria. Me explico.
Knot señalaba hace tan solo unos días en varias declaraciones lo que no iba a hacer el BCE o “de lo que todavía estamos lejos”. El momento de reducir el ritmo de los avances todavía está lejos, recordaba, para después afirmar que la ralentización de la subida a 50 puntos básicos será el ritmo “para una cantidad múltiple de reuniones, al menos dos para febrero y marzo”. Blanco y en botella.
De ahí que los analistas casi no tengan dudas sobre lo que va a ocurrir. No habrá ultrarelajación hasta los 25 puntos básicos, por lo que se espera subida en este febrero de 50 puntos básicos y otra más de igual cuantía para marzo. La siguiente en mayo de la mitad de esta cuantía, aunque para ello habrá que esperar a los acontecimientos, que pueden cambiarlo, pasaría por el mantenimiento de los tipos, sin nuevas subidas, como alumbraba también Francois Villeroy de Galhau, el gobernador del Banco Central de Francia.
Máximo para el verano, aunque sin “mojarse” con el nivel que alcanzarían, en lo que consideraba serían “alzas no que fueran demasiado mecánicas”. Pero los analistas sí que lo piensan con tope en mayo. Desde Bloomberg, los analistas consultados esperan que la tasa de depósito se establezca, ya en 2024, en el 3,25% y respecto del balance consideran que se reducirá a 6,9 billones de euros en el presente ejercicio.
También desde Reuters abogan por esas dos subidas consecutivas de medio punto cada una para las dos próximas reuniones. Aunque advierten del peligro de quedarse atrás, por parte del BCE frente a las estimaciones políticas. Al final, si esa hoja de ruta prevista se cumple, la tasa quedaría en 3,25%, más más elevada desde finales de 2008. La contrapartida será ver si finalmente consiguen frenar una inflación que sigue más que elevada en toda la eurozona a pesar de las subidas de tipos y cómo afectarán los próximos incrementos a las economías de la eurozona.
Las estimaciones medias de inflación se colocan en torno al 6%, más que elevados para este año, a pesar de que se considera que no volveremos al doble dígito. Habrá además que estar muy atentos a lo que el BCE sigue al dedillo: los datos subyacentes, que descuentan alimentos frescos y energía y que se considera la inflación estructural, todavía controlada y por debajo de media sobre la general, aunque en algunos países, como en el caso de España, disparada. Esta semana conocíamos que enero se cerraba con un índice general del 5,8% y subiendo medio punto la subyacente hasta el 7,5%.