No podía ser de otra manera: la asociación de concesionarios GANVAM, advierte que su sector puede destruir hasta 70.000 empleos a medio plazo, como consecuencia de los nuevos tiempos que vienen.
La digitalización, que elimina mano de obra tanto en el proceso de venta como el de postventa, es uno de los motivos de este desastre. La previsión de que dentro de poco, el coche en propiedad va a ir en disminución y se irá hacia un modelo de carsharing o taxis 'low cost', en el que los dueños reales de los automóviles serán operadores de movilidad.
Ojo, los nuevos operadores de movilidad son 'low cost', de momento. Habrá que ver qué harán cuando logren expulsar definitivamente al modelo tradicional de taxi, que sin duda, ese es su objetivo, y lo buscan al amparo de la financiación a tipo cero.
Sin olvidar que ahora mismo, el sector del auto está aprovechando la pandemia, la crisis del chip y los problemas logísticos para liquidar stocks y prepararse para el futuro coche, que no tendrá ya motor de combustión.
Los autos con motor eléctrico o de hidrógeno llevan muchos menos componentes que uno tradicional, lo cual impactará en las plantas de producción. Si, a su vez, se venden en flotas, los puntos de venta también pueden sufrir muchísimo.
La patronal Ganvam pide ayudas públicas, pero aunque se concedieran, esto sería sólo un parche. La verdad es que los nuevos tiempos traen este tipo de situaciones. La tecnología y la globalización erosionan modelos de negocio y son, a su vez, menos eficientes de lo pensado en el reparto transversal de rentas.
Probablemente, más que ayudas públicas, lo que debería implementar el Gobierno serían bajadas de impuestos, e incentivos a empresas que doten de tecnología, y a su vez mantengan o incluso generen puestos de trabajo, más allá de subvencionar con dinero público. Con ello, sólo se logra alargar la agonía.
Sin duda, el automóvil es un sector clave no sólo en España, sino en todo el mundo. La necesidad de un parque más ecológico, los problemas de suministro, los nuevos modelos de uso y lo intensiva en mano de obra que son, requieren de soluciones de alcance por parte de operadores y políticos. Habrá que ver por dónde van los tiros. Sin olvidarnos del consumidor, que ahora mismo, si quiere cambiar de coche, está en una especie de laberinto sin salida.
De momento, un coloso como Toyota, ha anunciado una inversión de 30.000 millones de dólares sólo en coches eléctricos, con la intención de renovar hasta 30 modelos antes de 2030. Quiere incrementar la venta de coches eléctricos a un ritmo de 3 millones y medio anual.
Parece lejos, pero 203 está a la vuelta de la esquina.