En el ejercicio de mi profesión como trader/gestor, he observado que hay que ser especialmente cuidadoso evitando caer en el error de considerar que los fenómenos bursátiles tengan una existencia “objetiva” al margen de la interpretación y conocimiento práctico y subjetivo que de los mismos, van creando los partícipes del mercado cuando acuden a éste a comprar y vender.
Esto es debido a que los participantes cuando acuden al mercado (red de interacciones sociales),tienen un conocimiento de carácter subjetivo, creativo, disperso y no articulable de la información, que hace imposible la constatación empírica así como una medición objetiva o específica que se mantiene por la gran mayoría de analistas con tanta ingenuidad.
Los que actúan en el mercado bursátil sólo tienen ciertas ideas, expectativas que esperan que se hagan realidad mediante acciones personales e interacciones de otros partícipes. Además el futuro está abierto a todas las posibilidades creativas del ser humano, por lo que cada participante se enfrenta al mercado de forma privativa y única, es decir, sólo él sabe de la variedad de matices de sus circunstancias personales en el momento que está realizando su operación (comprar o vender)
Por eso, en el ámbito bursátil no son viables las nociones tradicionales de probabilidad objetiva y bayesiana, pues no conocemos todo el árbol de probabilidades y sólo se dispone de creencias o convicciones de “eventos únicos”, que cuando se modifican tienden a cambiar todo nuestro “mapa” de conocimientos y creencias sobre la situación coyuntural del mercado.
Es más, muy a menudo, cuando se gestiona o hace trading sabemos efectuar determinadas acciones, pero no sabemos de todos los elementos o partes de lo que estamos haciendo y si los mismos elementos son ciertos. Así, por ejemplo, cuando una persona aprende a jugar al golf, no está aprendiendo un conjunto de normas objetivas de tipo científico que le permitan efectuar los movimientos necesarios como resultado de la aplicación de una serie de fórmulas de la física matemática, sino que, más bien, el proceso de aprendizaje consiste en la adquisición de una serie de hábitos o pautas de conducta.
O, cuando uno monta en bicicleta, y tratando de mantener el equilibrio, mueve el manillar al lado hacia el que comienza a caerse, causando una fuerza centrífuga que tiende a mantener derecha la bicicleta, todo ello sin que prácticamente ningún ciclista conozca los fundamentos físicos en los que basa su habilidad. Al contrario, utiliza su “sentido” del equilibrio que de alguna forma le indica de qué manera ha de comportarse en cada momento.
Es precisamente de este tipo de conocimiento práctico y relevante, del “equilibrio en bicicleta” del “golpeo de la bola de golf”, el que yo pretendo abrazar o adquirir, pues el arte de gestionar, hacer trading, o contratar es una interpretación de un magma de datos “objetivos” ( análisis fundamental, técnico, datos relevantes del día, actuaciones de los organismos financieros etc. ) tan variados y complejos que se hace necesaria una teoría previa ( ciclos económicos, expansión crediticia) que junto a la praxis ayude a interpretar e intentar predecir la tendencia del mercado de valores.