Los últimos acontecimientos arrojan dudas sobre el compromiso de las autoridades para abordar la debilidad de los fundamentales macroeconómicos del país. Estos se han visto agravados por los shocks externos impulsados por la geopolítica, como se refleja en las sanciones recíprocas vis a vis de EEUU, lo que ha despertado aún más las preocupaciones del mercado y ha puesto a prueba las vulnerabilidades externas de Turquía.
Entre los desequilibrios macroeconómicos que se han acentuado se incluye un deterioro de las perspectivas de inflación con una respuesta de política monetaria y fiscal incoherente. Esto se ha visto facilitado por la fuerte depreciación de la lira turca frente al dólar estadounidense. El efecto de la agitación en los mercados turcos junto con unas condiciones de financiación externa globales más desafiantes está dando lugar a unos retos crecientes para el sector privado turco, que conlleva una importante exposición en divisa extranjera.
La gran devaluación de la moneda y la desaceleración del crecimiento económico podrían respaldar la corrección del gran déficit por cuenta corriente de Turquía en el futuro, pero las salidas de capital aumentan los riesgos de agotamiento de las reservas y acentúan los reembolsos externos del sector privado.
En concreto, la lira turca se ha devaluado un 43% frente al dólar estadounidense (a 6,68 en el momento de escribir este texto) desde el comienzo de 2018. El anuncio de restricciones a las ventas a corto de liras compra tiempo pero no resuelve las causas fundamentales de debilidad. Con el traspaso de las caídas de divisas, la inflación alcanzó el 15,9% interanual en julio, el nivel más alto desde diciembre de 2003 y muy por encima del objetivo del Banco Central del 5%. Esto ha forzado un ajuste de los tipos de interés de 500 puntos básicos desde diciembre de 2017. Sin embargo, las perspectivas de inflación están empeorando, con una previsión de inflación del banco central turco del 13,4% para fines del 2018 (frente al pronóstico anterior del 8,4%) y con riesgo de mayores revisiones al alza. Esto reduce el tipo de política real y corre el riesgo de que se amplíen aún más de las expectativas de inflación. Los recientes intentos del banco central de apoyar la estabilidad financiera contra la fuerte depreciación de la lira, utilizando medidas destinadas a proporcionar liquidez al mercado de divisas, pero evitando un endurecimiento adicional en la política monetaria para frenar los riesgos sobre la inflación, demuestran una continua reticencia a elevar los tipos de interés.
La importante depreciación de la lira tiene implicaciones significativas en las posiciones abiertas en moneda extranjera del sector privado, que alcanzaron los 223.000 millones en el primer trimestre de 2018, con ciertos sectores que carecen de coberturas naturales.
Al mismo tiempo, la evolución fiscal ha empeorado en los últimos años debido a una serie de medidas de gasto. Por ello, pensamos que el déficit general del gobierno se ampliará a un (todavía moderado) 2,5% del PIB en 2018, desde una media del 1,2% del PIB durante 2013-2017, con una búsqueda continua de nuevas infraestructuras y otros proyectos intensivos en capital. Una economía en desaceleración afectará además al crecimiento de los ingresos fiscales en el futuro.
Asimismo, los rendimientos de los bonos del gobierno han aumentado, lo que encarece la financiación de la deuda. Además, con el 42% de la deuda del gobierno central en moneda extranjera, la devaluación de la lira en 2018 aumenta automáticamente la relación deuda pública / PIB en aproximadamente 7pp (desde el 28,3% a finales del año 2017).