Aunque a contracorriente de una percepción popular, nuestro criterio es que un enfoque selectivo de pequeñas y medianas capitalizaciones puede no sólo brindar a los inversores una exposición robusta a empresas de alto crecimiento, sino también un rendimiento superior, con independencia de la coyuntura económica. Por ejemplo, el concepto de que un mayor riesgo es inherente a las empresas de pequeña y mediana capitalización queda contradicho por un montón de hundimientos espectaculares del ámbito de la gran capitalización: basta con citar dos casos paradigmáticos como Enron y WorldCom.
Los inversores no deberían dar por sentado que conforme crece el capital de una empresa, su riesgo inherente disminuye. Entender los factores de riesgo de una empresa no consiste en saber hacia dónde se dirige o cómo funciona, sino comprender de qué modo puede retener su ventaja competitiva con independencia de su tamaño.
Ello revela además un segundo mito relacionado con la inversión en pequeñas capitalizaciones: "cuanto más pequeña, más débil". Adoptando un enfoque selectivo y llevando a cabo una búsqueda avanzada, los inversores pueden acceder a balances más saneados y menos apalancados con menos posibilidades de verse golpeados por turbulencias económicas, a diferencia de algunos de sus homólogos de gran capitalización. Para nosotros, el secreto de la inversión en pequeñas y medianas compañías estriba en comprar empresas de alta calidad con un saldo neto de caja positivo y valoraciones baratas. Ello permite a los inversores beneficiarse del elevado alfa que producen pero sin que ello entrañe un mayor riesgo.
Podría esgrimirse que las empresas de pequeña capitalización, como grupo, son más vulnerables a los cambios del ciclo económico y a períodos de acusada volatilidad. Sin embargo, eso es una simplificación excesiva que oculta un argumento de inversión importante, y es que para los inversores que deseen encontrar empresas de alta calidad en este ámbito la volatilidad debería ser bien recibida.
Para los inversores de convicción, los períodos de tiempo en que determinados valores sufren descrédito crean oportunidades óptimas de compra. La distinción de nuestra búsqueda estriba en dar con valores desconocidos e impopulares;
Un argumento económico clásico que fomenta la inversión en grandes capitalizaciones es que los valores fuertes y estables con posiciones de mercado afianzadas se centran en crear valor para los accionistas e incrementar los dividendos. Puede ser cierto, pero no es algo exclusivo de las empresas de mayor tamaño. A través de nuestro proceso de inversión, solemos dar con empresas que pueden producir buenos retornos para los accionistas y tener un saldo neto de caja elevado. A pesar del mito de que las pequeñas y medianas capitalizaciones son un erial de rendimientos, lo cierto es que hay un sinfín de empresas que producen buenos flujos de caja libre.
La prima por pequeña y mediana capitalización está bien acreditada, pero hay una excesiva generalización. A lo largo del tiempo, podemos esperar una mayor rentabilidad media de pequeñas empresas que de las de mayor tamaño, aunque ello no significa que debamos plantar semillas a ciegas con la esperanza de que crezcan árboles.
A través de nuestro proceso, evitamos activamente pagar la prima por pequeña capitalización. Llevamos a cabo análisis exhaustivos y estudiamos escenarios antes de invertir en empresas de alta calidad en el punto de máximo pesimismo, en que decrece la prima por pequeña capitalización. Las tensiones ruso-ucranianas en 2014, el desplome del precio del petróleo por debajo de 30 USD en 2015 y la crisis bancaria italiana el pasado año son vicisitudes en las que invertimos en un punto en que el sentimiento tocaba fondo y el miedo estaba en su apogeo.
Es fácil decir que se invierte a contracorriente, pero la dificultad estriba en llevarlo a la práctica y requiere una firme convicción en el proceso y filosofía de inversión. Los inversores en pequeñas y medianas capitalizaciones afrontarán un acusado nivel de volatilidad. Sin embargo, como inversores a contracorriente, la hostilidad hacia determinados valores, sectores y países es lo que nos estimula. Para los inversores de convicción, la persistencia de mitos y un mercado ineficiente para las pequeñas y medianas empresas ha creado un terreno fértil para los verdaderos gestores activos.