La FED anunció en mayo y junio que comenzaría a reducir la cantidad que mensualmente está inyectando. Previsiblemente lo podría reducir en torno a 75.000 millones, dependiendo de la cantidad y de cuál sea el mensaje que lance, los mercados podrán asistir a un período de cierto nerviosismo. Este año, cuando se anunciaron estas subidas, fue el período de mayor inestabilidad en el ejercicio.


En Europa hay muchas decisiones pendientes de tomar. Previsiblemente, después de las elecciones alemanas, el constitucional alemán tiene pendiente decidir si el OMT - por el que el BCE compra bonos del país que lo solicite de forma ilimitada- es constitucional o si existe algún condicionamiento que pudiera generar incertidumbre. Además, pendientes de si Grecia o Portugal necesitan un rescate adicional y si se llega a plantear una quita también podremos asistir a momentos de inestabilidad. Por último, los test de estrés a los que se tienen que someter la gran banca. Por tanto, hay muchos puntos que se tienen que solucionar.


El constructor e inmobiliario, son sectores que habían sido tremendamente castigados. No conviene generalizar porque hay compañías que sí han pasado lo peor pero hay otras que tienen un nivel de deuda elevado y no es conveniente invertir en todas sin distinción.

El sector financiero ha tenido un buen comportamiento. El próximo mes podría aprobarse una medida sobre los activos fiscales diferidos que permitiría que los recursos propios de los bancos fueran algo más sólidos, lo que podría servir de revulsivo, pero hay que tener en cuenta que todavía tenemos pendientes los test de estrés y dependiendo de las conclusiones algunos bancos pueden sufrir.

En Europa y EEUU hay un número de compañías elevado que podrían entrar dentro de esas operaciones corporativas y, si eso se produce, podría ser antes de final de año o principios del que viene, lo que les haría subir su cotización.