El Ibex acaba de cerrar su cuarta semana en positivo mientras las plazas europeas en general, se ven avaladas por el repunte de las farmacéuticas y de los viajes y el ocio, pero los analistas de Bank of America no lo tienen nada claro. De hecho, tanto Sebastian Raedler como Thomas Pearce consideran que no es probable que ningún repunte sobre el Euro Stoxx 600 dure.
Señalaban a Reuters que “el principal requisito previo para un repunte sostenido es un mínimo en el ciclo macro y una aceleración renovada en el impulso del crecimiento, pero los vientos en contra del crecimiento siguen siendo considerables".
En lo que va de año las caídas del S&P 500 son del 11% frente al 9,6% que recortan de media las acciones europeas, pero los expertos de BofA ven un peor recorrido a las plazas europeas en lo que resta de ejercicio. Aunque nadie está exento. Y aportan datos como que los fondos de renta variable de todo el mundo han tenido retiradas de los inversores por valor de 2.600 millones de dólares hasta el 3 de agosto.
Consideran que lo hemos visto es más un repunte a corto plazo, frente a un aumento sostenido en el tiempo y, en concreto Sebastian Raedler destaca que elevan su postura negativa sobre la renta variable europea frente a la neutral de junio, porque, una caída del 20% desde los máximos de principios de año se traducía en que el mercado descontaba las malas noticias macro esperadas.
Pero señala que las expectativas de caídas en los PMIs de la eurozona y un recorte leve de los bonos son consistentes con una caída del Stoxx 600 de un 10% hasta los 390 puntos para finales de año.
En cuanto a oportunidades de compra se demoran hasta que el ciclo macro alcance su nivel más bajo y el crecimiento comience a recuperarse, lo que esperan suceda en el primer trimestre de 2023.
Nada que ver con cómo lo ven desde JP Morgan. Desde la firma de Jamie Dimon, el estratega principal Mislav Matejka de la firma se muestra positivo ante la marcha del mercado. Al menos considera que la perspectiva no es del todo mala conforme avanzamos hasta final de año. Con datos débiles, que pueden imprimir menos fuerza en las subidas de tipos de la Fed y acerca una desaceleración menos profunda de lo que se esperaba.
Y establece hasta 10 razones que respaldan su optimismo ante el mercado. La primera de ellas pasa porque las valoraciones parecen atractivas, tanto en términos absolutos, como relativos comparadas con la renta fija. La segunda pasa por el elevado nivel de efectivo entre los fondos institucionales, como el apetito de los fondos para entrar en el mercado.
La tercera se refiere a la parte psicológica de los inversores, que ven en este momento un mercado excesivamente bajista, lo que a menudo se toma como un indicador alcista para las acciones. La cuarta mira a la Fed y que es posible que las agresivas subidas de tipos ya se hayan acabado.
La quinta mira al dólar y a la posibilidad de que haya alcanzado ya su punto máximo en este 2022. La sexta es sobre la desaceleración económica menos profunda para marcar una recesión larga y dura. La séptima se refiere a los consumidores de grandes ingresos, que, a pesar de todo muestran una gran resiliencia.
La octava destaca que es poco probable que las estimaciones de ganancias se vayan a reducir de forma significativa. La novena se refiere al exceso de ahorro acumulado durante la pandemia, que sigue siendo el gran colchón sobre el gasto de los consumidores. Y termina su decálogo, con un apunte ligado a la heterogeneidad de la recesión: considera que es poco probable que se produzca de forma sincronizada.