El presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, no actúa sin una base sólida a la que acogerse. Cuando el organismo decidió hace dos semanas rebajar tipos de interés a su mínimo histórico del 0,25% era a sabiendas de que la tan mentada ‘recuperación de la zona euro’ no era merecedora de tanta exclamación.
MERCADOS MUNDIALES. EXPECTATIVAS
(FUENTE: BOLETÍN MENSUAL BCE, OCTUBRE)
(FUENTE: BOLETÍN MENSUAL BCE, OCTUBRE)
Respecto al PIB, el problema podría resumirse en dos nombres propios: Alemania y Francia. El país de la cerveza contuvo su crecimiento hasta el 0,3% a cierre de septiembre, cinco décimas menos que el registrado el trimestre anterior, mientras que la economía gala se frenaba en seco volviendo al lado de la contracción por segunda vez este año. París veía decrecer sus finanzas una décima, volviendo así al saldo de la primera parte del año. Atrás dejaba la subida del 0,5% de mediados de 2013.
Incluso España cerró mejor el mes de septiembre que nuestros vecinos con idéntico avance que la media europea.
Quizás en esa frase están contenidas las dos palabras más repetidas esta última semana: demanda interna y exportaciones.
¿De qué se acusa a Alemania?
Los analistas están convencidos por encima de todo de que Alemania no es ‘culpable’ de nada. En todo caso, de haberse olvidado del concepto básico de ‘unión’, pero no es responsable de los problemas que azotan a la periferia.
Hace unos días escuchábamos a un crítico Adam Posen, afamado economista estadounidense, que acusaba al Gobierno de Angela Merkel de “estafar” a Europa. Básicamente lo que Posen defiende es que Berlín se ha venido aprovechando de un euro débil en comparación con su antigua moneda, el marco. Podría decirse que Alemania ha vivido el proceso inverso a los países de la periferia que han visto desplomarse su poder adquisitivo.
Es más. Su impulso constante –que algunos llaman presión- a un euro más fuerte ha llevado a la moneda única a batir máximos en el 1,38 en su cambio con el dólar, aunque se modere estos días en la cota del 1,35.
“Es en ese punto donde se exige a Alemania un impulso a uso demanda interna y mejorar las condiciones de vida de los trabajadores alemanes, lo que, efectivamente, s tendría un efecto mejorando la demanda de importaciones desde los periféricos, reduciría el riesgo de fragmentación bancaria y, en último término, representaría un trasvase de riqueza desde el centro hacia la periferia”, esquematiza Javier Flores, responsable del Servicio de Estudios y Análisis de ASINVER.
Y en esta línea apunta Bruselas. La Comisión Europea decidió el miércoles pasado investigar a Alemania por un superávit que mantiene desde antes de que comenzara la crisis, en el año 2007. A cierre de septiembre este superávit superó el 8%, hasta los 19.700 millones de euros. Es lo que desde el BCE llaman ‘desequilibrio’ que podría ser desleal, visto desde el sur de Europa. La diferencia entre ingresos y gastos fue tal, de hecho, que superó incluso al registrado por China.
"Un alto superávit no necesariamente significa que hay un desequilibrio", declaró en una conferencia de prensa el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso."Necesitamos examinar más esto y entender si un superávit alto en Alemania es algo que afecta el funcionamiento de la economía europea como un todo".
El resultado del superávit de Alemania es, en parte, el déficit de sus colegas europeos.
Es probable que tanto las agencias de calificación como los grandes titulares lo olviden con frecuencia, pero el déficit (por balanza de pagos) del Estado francés, más que por quinquenios, se cuenta por décadas. Desde la década de 1960 París ha vivido encerrada en un déficit constante de su balanza.
Mientras que Alemania ha atravesado constantes vaivenes en la curva de déficit de la balanza de pagos, Francia se ha mantenido en negativo hasta el punto de cerrar el pasado trimestre en el 8,3% en negativo, con un saldo que se situó en 5.800 millones de euros, según datos del Banco de Francia.
A la demanda interna gala le sucede, en parte, lo que a la española y es que está de capa caída. “El desempleo se va a reducir poco a poco, tenemos unos impuestos altos y una devaluación interna, lo que no va a hacer que la demanda interna resurja con fuerza. Esto no nos va a sacar de la crisis y, de hecho, va a ser una de las últimas variables que se activen”, reconoce Pingarrón.
DEMANDA NACIONAL ESPAÑA, OCTUBRE (FUENTE: INE)
Sin duda, culpar del mal ajeno a otras grandes potencias puede resultar más cómodo e, incluso, en parte cierto, pero el hecho de que la demanda interna nacional muerda el polvo mes tras mes va mucho más allá. “No se recuperará”, dice Flores, hasta que no se cumplan “dos condiciones” que el analista considera “básicas”: de un lado, la expectativa de unos mejores ingresos en el futuro, “algo imposible con las cifras de desempleo actuales”, y, de otro, “crédito real y a un precio razonable”; “el mismo préstamo en en importe y plazo que en Alemania cuesta un 1%, en España supera el 5%”. Lo que se deduce del último Boletín Mensual del BCE del mes de octubre es que a los bancos les preocupa poco o más bien nada su capacidad de acceso al mercado interbancario y guarda relación más bien con las expectativas e informes sobre la actividad económica que siguen contrayendo sus ‘ganas’ de prestar lo que antes les cedimos los ciudadanos.
FACTORES QUE CONTRIBUYEN AL ESTRECHAMIENTO DEL CRÉDITO EN LA UE
(FUENTE: BOLETÍN DEL BCE, OCTUBRE)
(FUENTE: BOLETÍN DEL BCE, OCTUBRE)