El mercado español era excesivamente dependiente del sector de la construcción durante el ciclo alcista de 2001 - 2007, con elevados niveles de endeudamiento empresarial, junto con niveles bajos de ahorro en particulares y empresas medianas poco internacionalizadas que impidieron aumentar la productividad, innovación y atracción de talento y llevaron al caos a la economía. Tras 5 años de ajuste y la destrucción de 3 millones de empleos, España en 2013 alcanzó su nivel más bajo de empleo desde Mayo de 2002.
En los últimos 10 años, la economía ha ido cambiando su composición con una mayor exposición al exterior y nuestras compañías pequeñas y medianas han dado un salto de calidad en la gestión y la innovación, consiguiendo ofrecer oportunidades de empleo a trabajadores que se quedaron fuera del mercado durante la crisis. Desde 2013 se han conseguido crear cerca de 4 millones de empleos (con la crisis del Covid por medio) y superar la cifra de los 20 millones de afiliados a la Seguridad Social.
¿Pero cómo ha cambiado la distribución del empleo en los últimos años? A continuación se detalla por cada rama de actividad cómo ha cambiado el empleo.
Como puede observarse, gran parte del empleo que se ha creado (más allá de la variación porcentual que puede desvirtuar el análisis debido a que hay ramas de actividad que tienen unas cifras absolutas muy bajas) ha sido en sectores intensivos en mano de obra, pero ingresos y bases de cotización situadas en la parte baja de la tabla. De hecho, la base media de cotización de los empleados por cuenta ajena en España es de 2.105€ mensuales.
¿Hasta dónde puede llegar el mercado laboral en España?
Esta es una de las preguntas principales que cualquier organismo puede y debe hacerse, puesto que es la principal fuente de ingresos para el Estado y la principal fuente de riqueza de la sociedad. No somos conscientes de la importancia de disponer de un mercado laboral funcional ni de los riesgos a nivel psicosocial que significa no tenerlo.
A nivel estadístico, España tiene el suelo de la tasa de paro en los últimos 40 años en el entorno del 7%-8%. Pero esta cifra estuvo marcada por una burbuja inmobiliaria y un apalancamiento excesivo en el sector de la construcción. Sin embargo, hay otros factores que influyen en la dinámica actual del mercado y es el aumento de la población activa ya que cada vez más hogares requieren tener a todos sus miembros ocupados para poder salir adelante.
Sin duda, se dieron grandes pasos consiguiendo reubicar a los demandantes de empleo del sector de la construcción en sectores vinculados con el turismo y la logística, así como en la internacionalización del negocio de muchas compañías industriales de tamaño medio. Hemos conseguido un mercado laboral más dinámico capaz de drenar la fuerza de trabajo de una forma más rápida, pero a años luz de otros países de nuestro entorno. Todavía tenemos un camino muy amplio por delante para ser generadores de puestos de trabajo de alto valor añadido con salarios elevados y que en última instancia contribuyan a la sostenibilidad del sistema.
¿Dónde poner el foco para mejorar nuestro mercado?
La problemática del mercado de trabajo es inabarcable desde un único prisma, puesto que esta formada por 3 pilares: empleados, empresas y sector público. Todos con intereses comunes a largo plazo pero con distintos objetivos a corto plazo que generan fricciones e impiden el consenso tan necesario. Del mismo modo, hay tantas variables que influyen en la configuración del mercado que sería imposible resumir.
Pero si existe una serie de puntos que deben abordarse con decisión para mejorar a corto plazo, entre los que destacaría los siguientes.
- Reducción de cargas sociales del trabajo (No hace falta decir el impacto que tienen en las pequeñas y medianas compañías y la dificultad que genera para crear nuevos puestos de trabajo)
- Profesionalización de la empresa familiar y pequeña empresa. (Recordemos que representan el 90% del tejido empresarial)
- Avanzar en la colaboración público privada para la formación profesional (Vienen olas de jubilaciones de empleados con profesiones técnicas necesarias y de las que no existe relevo generacional)
- Apoyo a la industria mediana para consolidarse e internacionalizar su negocio pudiendo mantener el empleo en pequeñas provincias.
En resumen, la configuración de un mercado de empleo responde a múltiples factores imposibles de abordar de un día para otro por parte de las empresas e instituciones. Pero se debe trabajar en la dirección correcta. Una de las respuestas a porqué una economía tiene mejores empleos y mejor pagados que otra, lo encontramos en la teoría austriaca del ciclo económico; existen bienes de primer orden que son aquellos que se consumen directamente y bienes superiores e intermedios que sirven en los procesos de producción de los bienes finales. El consumo por parte del individuo es la última fase de un ciclo productivo o de un servicio. Cuando más lejos está la industria del consumo final, más margen de maniobra para prever su estrategia, más posibles oportunidades de negocio y normalmente mayor margen y mejor calidad de empleo. Sin embargo, por norma general, los empleos que genera el consumo más próximo son empleos de “menor valor” en el ciclo productivo y por tanto peor remunerados.
Si conseguimos impulsar un modelo productivo donde también seamos productores de bienes superiores e intermedios, conseguiremos ser útiles para industrias a nivel global, pudiendo entrar en un círculo donde se anteponga la calidad frente al precio, las empresas dispongan de recursos para innovar, aumentar su productividad, retribuir mejor a sus empleados y generar un mercado con mayor estabilidad. Solo siguiendo esta vía podremos consolidar una tendencia alcista en el empleo y aprovecharnos del momento de cada ciclo económico. Y aunque sobre el papel siempre es fácil aportar nuestra visión, tenemos la obligación como individuos en contribuir en la medida que podamos a este cambio.