Eso sí, todos los expertos afirman que el ejecutivo argentino tendrá que esforzarse para favorecer la gobernabilidad en los próximos dos años; los que quedan hasta los próximos comicios.
En la Cámara de Diputados, el FPV conservará su mayoría, con 132 escaños, entre propios y aliados tradicionales, sobre un total de 257 puestos.
¿Qué efectos tendrá esta situación sobre la política económica?
Los analistas de Barclays creen que el partido de Fernández tendrá que reducir las tensiones que en estos momentos dominan el país, tanto en el espectro político como socialmente. El objetivo es aminorar los daños en lo posible para llegar enteros a 2015.
Según los expertos de Barclays, con estos resultados los argentinos han querido decir a Fernández que desean políticas más moderadas y menos retórica.
En el tema económico, los analistas del banco británico creen que el gobierno seguirá con el giro que asumió antes de las elecciones y que había comenzado con el acuerdo al que se había llegado con Chevron para la explotación de Vaca Muerta.
En opinión de los analistas de Barclays “esta aproximación política sería muy positiva, ya que reforzaría las expectativas del sector privado y reduciría las preocupaciones que tienen en cuanto a los riesgos confiscatorios existentes, así como relajaría las previsiones a largo plazo de la estabilidad política en el país”.
Esto podría animar la llegada de flujos de capitales, lo que apoyaría las reservas de divisas y a los mercados financieros.
Sin embargo, no va a significar que en el corto plazo el país vaya a tener más facilidad para financiarse en los mercados. “Lo que significará que la financiación del estado recaerá sobre los hombros del Banco Central”, apuntan estos expertos.
La necesidad de no “alterar” al electorado también tendrá efectos negativos en cuanto a la política económica, en opinión de estos analistas. En este sentido, no esperan cambios en las tarifas. Es más, creen que el grueso de los cambios que necesita el ejecutivo a nivel fiscal se producirán en 3016.
Tampoco creen que sea muy factible una fuerte depreciación del peso, sino que las autoridades mantendrán un ritmo muy similar al de la tasa de inflación.