La expresión “ready to act” en español “lista para actuar” es algo que ya ha utilizado en diversas ocasiones la presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde, en especial, durante la pandemia del coronavirus. Y es la versión más ligera, que no compromete a nada, frente a ese “haremos lo que haga falta” que resultó clara determinación de Mario Draghi. La versión de Lagarde suele ser “actuaremos con determinación” cuando hay que enfatizar las cosas.
Pero más allá de la sintaxis y las palabras, lo cierto es que el BCE se enfrentará mañana, en su Consejo de Gobierno, a un reto no previsto: la guerra rusa en Ucrania, que llega en medio del cambio de sesgo de la entidad central con sede en Frankfurt: los movimientos para ir retirando los estímulos monetarios primero para comenzar a subir los tipos después.
Lo primero, como ya aseguró en Berlín la semana pasada el miembro del comité ejecutivo del BCE Philip Lane es integrar los últimos datos de inflación de la eurozona, que marcan una evolución negativa de los precios. Ese 5,8% de crecimiento de los precios, muevo registro entre los 19, con la energía subiendo a un ritmo del 31,7%, los alimentos al 6,1% y el indicador que excluye a ambos, el subyacente que se eleva a un 3%.
Y esa será la primera parada del BCE: la inflación política y la compatibilidad de su actual moneda a la espera habitual de acontecimientos a la que nos tienen acostumbrados desde Frankfurt a pesar de que ya desde la Comisión Europea, el vicepresidente Dombrovskis augura una ralentización en toda la regla de la recuperación por la escalada del conflicto y el efecto de la inflación energética y, en general, de las materias primas.
Desde ING considerando que el dilema del BCE es claro, con la sombra alargada de la estanflación en el horizonte “cómo reaccionar ante una inflación acelerada que la política monetaria no puede suavizar. Esperamos que el banco central logre un equilibrio cauteloso entre estabilizar en el camino hacia la normalización de la política y, al mismo tiempo, mantener la máxima flexibilidad.”
Esperan que “finalice el programa de compra de emergencia para pandemias en marzo y aumente el programa de compra de activos de 20.000 a 40.000 millones de euros. Si todo va bien, las compras netas de activos aún pueden terminar en el tercer trimestre y los tipos de interés pueden subir por primera vez antes de fin de año. Pero esto no es para la reunión de mañana”.
Ya desde DWS, la economista Ulrike Kastens considera que el BCE “debería seguir mostrando cautela y no precipitarse al no realizar ajustes importantes en su política monetaria en la reunión de marzo. Sin embargo, incluso antes de la escalada militar, la tasa de inflación en la zona euro ya estaba en el 5,8%, con una mejora simultánea del mercado laboral y el riesgo de aumento de salarios. En este contexto de inflación, los programas de compra de activos ya no son apropiados. Este es también el mensaje que enviará el BCE este jueves”