Cuando Warren Buffett le dijo a su mujer que invirtiera barato y en gestión pasiva el mercado lo interpretó como una declaración de guerra hacia la gestión activa de quien hasta entonces había sido uno de los gestores más “activos” del mundo. El inversor destacaba el beneficio de los fondos de bajas comisiones y acentuó que el objetivo de los inversores no profesionales no debería centrarse en el beneficio de las acciones que más ganan sino ser propietario de una muestra representativa de negocios que, en conjunto, han tenido buenos resultados.
Si tiramos de estadísticas lo cierto es que la evolución de la gestión pasiva en la última década ha sido imparable. Según Morningstar, en 2008 se gestionaban pasivamente 1,35 billones de dólares y ahora esta cifra alcanza los 9,11 billones, lo que representa un 911% de crecimiento y muy por encima del 154% que ha crecido el patrimonio de los fondos gestionados de forma activa. Unas estadísticas en las que ha pesado, y mucho, la evolución de EEUU donde el 37% de la gestión está en manos de ETFs y gestión indexada frente al 14% que supone este tipo de gestión en Europa y el apenas 1% de España. Un retraso que se debe a dos factores: “que los índices americanos son más eficientes y más difíciles de batir y además, mientras los fondos están premiados fiscalmente por el traspaso, los fondos de gestión pasiva no”, admite Marta Diaz – Bajo, Directora de análisis de ATL Capital.
Y sin embargo, a pesar de estas ineficiencias, los expertos reconocen que margen de crecimiento hay, sobre todo cuando el inversor particular acceda a este tipo de estrategias. De hecho, comparando la evolución de EEUU con Europa, Pedro Coelho, Director en España de UBS ETF, admite que “los ETFS en EEUU se han desarrollado del inversor particular al inversor institucional, es éste último el que está comenzando a mirar ahora los ETFs. En Europa, lo hemos hecho al revés. Los grandes inversores institucionales han sido los primeros en usar estos productos y, de hecho, la banca privada en Europa son los grandes usuarios de estas estrategias para componer sus carteras”. El cliente institucional ha implementado estas estrategias bien para tomar posiciones tácticas, para ganar diversificación o como alternativa a sus posiciones de liquidez (tienen el atractivo de contar con bajos costes).
Y ¿qué ocurre con el particular? Para Martín Huete, Co- Fundador de Finizens el motivo fundamental por el que no se ha desarrollado en España este tipo de gestión es “porque hasta ahora la distribución de los fondos de inversión está en manos de las redes comerciales bancarias, a las que no les interesa vender este tipo de fondos índice o ETF porque no les deja margen”. Quien ha integrado esta estrategia como parte de su core es el cliente institucional. De hecho, “estamos asistiendo a algo muy interesante. Antes la gestión activa se usaba para la parte core de la cartera y la pasiva para estrategias más satélites o estrategias nicho en la cartera; ahora se está invirtiendo esta tendencia y para la parte core se está utilizando la gestión pasiva dejando la gestión activa para la parte más de nicho o satélite de la cartera”, asegura Iván Díez, Head Iberia y Latam Groupama AM.
Pero ambas estrategias son complementarias y no pueden existir la una sin la otra. Sin embargo, el paso de canalizar el ahorro a través de este tipo de estrategias en Europa no se ha producido y en España, por el tema fiscal, much menos. “Hay una necesidad importante de aumentar el canal de la gestión pasiva porque Mifid 2 ahonda en el tema de transparencia en costes y, ahí donde la gestión pasiva tiene valor: es un producto transparente y barato”, admite Carlos García Rincon, responsable de distribución de ETF de Lyxor en España. Un experto que cree en el modelo de combinar las dos estrategias como el que más valor aporta, especialmente cuando están equilibradas. El experto de Groupama también cree en la complementariedad de ambos productos pues “los dos son gestión, ambos conllevan tomar una decisión, ofrecen rentabilidades y conllevan la complementación de la construcción de la cartera”.
Es por ello que hay estudios que hablan para que para 2022-2023 los flujos de gestión activa y fondos índices y ETF se igualarán en el mundo. Si esto ocurriera, dice Huete, “sería gracioso ver cómo cae el ranking de las gestoras”. Este experto recuerda que la industria de gestión de activos está abocada a una transformación digital tremenda. “Todas las gestoras o digitalizan sus procesos o lo pasarán muy mal porque la contracción de márgenes es inevitable y la única forma de ser eficiente es digitalizar parte de sus procesos”. Pedro Santuy, Senior Business Development Manager de Legal & General AM cree que la industria “se ha centrado mucho en abaratar costes, que es bueno para el cliente, y se ha perdido en innovar en el producto y en sacar algo diferente pues el beneficio para el cliente no viene tanto de reducir el precio como de generar algún índice alternativo que pueda tener un mejor retorno. Este trabajo se ha empezado a hacer pero durante mucho tiempo se ha olvidado”. Un punto en el que discrepa García - Rincón pues “el proceso de innovación de la industria de ETF en los últimos años ha sido constante” y resalta que hoy en día se pueden acceder a ETF con criterios medioambientales, robótica, renta fija... “temas que quizás no han llegado al particular pero que el institucional sí está usando. El ETF es una herramienta de asignación de activos, algo eficiente, no disruptivo”.
Desde el sector creen que, a pesar de que ambas estrategias van a convivir en el mundo de la gestión de activos, el potencial del crecimiento de la gestión pasiva es innegable. “Sobre todo porque la gestión pasiva va a permitir dar soluciones a problemas puntuales y además porque la gestión pasiva está pasando a formar parte de mercados eficientes”, aseguran en Groupama. De hecho, si tiramos de datos el 65% de la renta variable está en fondos de gestión pasiva frente al 35% que está en manos de la pasiva. Para mercados más eficientes la gestión pasiva irá ganando terreno y, si se quiere buscar mercados menos eficientes (emergentes, deuda subordinada...) “merecerá más la pena buscar gestión activa”. Lo positivo de esto es que el auge de la gestión pasiva ha venido a desenmascarar a aquellos que decían que hacían gestión activa cuando no era así.
Desde ATL Capital creen que no está mal que se combinen ambas estrategias sabiendo que, lo que aporta el 90% de la rentabilidad del cliente es la distribución de activos. En este punto desde el sector consideran clave la formación del cliente final pues “mucha gente está comprando gestión pasiva y no lo sabe”, asegura Santuy aludiendo a uno de los activos que más ha crecido en los últimos años, los fondos mixtos, que “indirectamente son gestión pasiva porque la mayoría de bloques sobre los que se construye la gestión activa es gestión pasiva”. El inversor español cambia de perfil según lo que haga el mercado “y esto sí atañe al inversor institucional”, asegura Díaz - Bajo.
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