Ya hemos tenido la oportunidad de ver en dos artículos qué es el IPC y la inflación. Pero no quería dejar pasar la oportunidad de hablar, ya que estamos en faena, de cómo evitar que la inflación te coma el ahorro.

Una buena forma de simplificar la información sobre la inflación es el conocido Índice Big Mac, creado por The Economist, que utiliza el precio de esta hamburguesa en distintas partes del mundo para medir la paridad del poder adquisitivo entre países. Pero ¿qué nos dice este tipo de indicadores sobre la subida de precios y cómo podemos relacionarlo con nuestras decisiones financieras?

Fuente: Carlos Arenas Laorga

La inflación ya sabemos que hace disminuir el poder adquisitivo de una moneda, lo que, a su vez, hace que los productos cuesten más. Es como intentar llenar un vaso con una jarra más agujereada: necesitas más agua para lograr lo mismo. Y el vaso es igual, el problema es la jarra, que tiene más agujeros. 

No quiero extenderme en el proceso de la inflación, que ya hemos tratado en artículos anteriores, pero no hemos dicho qué hacer para que nuestra capacidad adquisitiva no sufra. 

A veces, sin darnos cuenta, estamos pagando 12 euros por un menú que antes valía 10. Bueno, no es tanto. Pues sí lo es, ni más ni menos que un 20%. Y, claro, en alimentación y suministros básicos, en donde sí ha sido brutal la inflación (estamos hablando de tasas de más del 100% en periodos no tan largos) y lo pagamos todos los meses, sí nos damos cuenta, pero muchas otras cosas nos pasan más desapercibidas. Sobre todo, el dinero que tenemos en el banco en depósitos. Ese dinero pierde la totalidad del valor equivalente a la inflación. Pero como está en el banco, ni nos damos cuenta. Y los españoles tenemos más de ¡un billón! en depósitos (máximos históricos) con remuneración prácticamente nula. 

Fuente: Carlos Arenas Laorga

La subida de precios, aunque molesta, es un fenómeno que forma parte de la dinámica económica (desgraciadamente). Entender sus causas y cómo impacta en nuestras decisiones diarias nos permite navegar mejor estas aguas. Si bien no podemos evitar que los precios suban, sí podemos adaptarnos con estrategias inteligentes y prepararnos para reducir su impacto. Así que la próxima vez que pagues un poco más por tu hamburguesa, recuerda que es una oportunidad para reflexionar sobre cómo mantener tu economía bajo control.

Y esto no tiene más misterio que la inversión. Nos podríamos extender en qué tipo de activos son más interesantes (lo haremos) o en hablar de las bondades de la denostada deflación (lo haremos). Pero el primer paso es básico y fundamental. Hay que pasar de ser ahorrador a inversor. La inflación beneficia al deudor porque en términos reales su deuda vale menos (el principal deudor de las economías son los estados, que curioso, ¿no?) y perjudica al acreedor y ahorrador. Por tanto, hay que pasar de ahorrador a inversor. Cuanto antes. ¡Ya! 

Desde 1975, la inflación acumulada en España es del 1.444,5%. Esto quiere decir que los precios se han multiplicado más de 14 veces. Por ejemplo, un buen ordenador de 1.444,5 euros costaría 100 euros en ausencia de inflación. Parece ciencia ficción, pero no lo es. Y es que la inflación acumulada actúa con interés compuesto. Aunque parezca pequeña un año, el efecto exponencial del interés compuesto es tan terrible para nuestra capacidad adquisitiva como formidable para nuestras inversiones. Necesitas invertir para que el mismo nivel de vida que requería 1.000 euros en 1975 y ahora más de 14.000 euros, no solo no lo pierdas, sino que ganes mucho más. Por ejemplo, si invertiste en el S&P 500 en 1975, tendrías una rentabilidad acumulada de 3.1594,9%. Te habrías comido tú a la inflación, no la inflación a ti. Ahora serías mucho, mucho, muchísimo más rico, no mucho más pobre. Así que cuidado con el dinero en el banco. Insisto, cuando vayas a comprar tu hamburguesa, recuerda revisar tus finanzas personales. Pasa de ahorrador a inversor.

Fuente: Carlos Arenas Laorga con datos del INE