- Alpha: mide la parte de rentabilidad (positiva o negativa) que se debe única y exclusivamente a la labor del gestor, y no a la evolución del mercado. Es la diferencia de rentabilidad real de un fondo y la que hubiera obtenido una cartera de referencia con el mismo nivel de riesgo del mercado. Un alpha superior a 5% denota una buena gestión. En ningún caso compre fondos con alphas negativos, pues estaría pagando por una gestión pobre.
- Beta: el coeficiente beta mide la sensibilidad del valor liquidativo de un fondo de inversión a los movimientos registrados por su índice de referencia. Así, la beta nos indica cómo variará la rentabilidad del fondo si lo comparamos con la evolución del índice de referencia. O dicho de otra manera, la beta nos dice la exposición al mercado que está asumiendo el gestor.
- Ratio de sharpe: el famoso ratio se basa en uno de los principios fundamentales en materia de inversión. Uno está dispuesto a invertir en un fondo o en un activo con riesgo si la rentabilidad esperada es mayor que la del activo sin riesgo (letras del tesoro por ejemplo). Sharpe toma como riesgo la volatilidad de las rentabilidades pasadas. Dicho de otra forma es el exceso de rentabilidad respecto al activo sin riesgo, en relación con el riesgo asumido.
- Volatilidad: es una estimación del riesgo y es la desviación de la rentabilidad diaria del fondo respecto a su propia media de rentabilidad. La volatilidad está en función del mercado y varía a lo largo del tiempo. Procure elegir fondos con volatilidades no superiores a su índice de referencia, de esa manera, su valor liquidativo no sufrirá sujeto a oscilaciones muy bruscas.
María Díaz