China vuelve a preocupar tras las últimas cifras publicadas en el país que evidencian que la fortaleza de la recuperación económica, mostrada con cierta ralentización ya en el primer trimestre del año, se está agudizando.

 Y pone en duda la posibilidad aportada por Goldman Sachs, que evidencia la posibilidad de que en 2035 el país, no solo adelante a Estados Unidos como primera potencia mundial, sino que, además, se coloque a una distancia sustancial frente al coloso americano, que será superado también por la India.

El segundo trimestre del año evidencia una caída frente al crecimiento robusto del primero en China. Hablamos del 4,5% registrado hasta marzo, el mayor desde hace un año y que se colocó por encima de lo esperado, lo que entonces hacía pensar en la clara mejora de esa recuperación del país tras su cierre de la política de Covid 0 que tanto ha dañado a la industria y las empresas. Y que por tanto quedaba atrás ese crecimiento minúsculo, en datos del país, del 3% en el crecimiento con el que cerraba su PIB en 2022 y que incumplía en dos puntos y media lo pronosticado: Producto Interior Bruto al alza del 5,5%.  

Pero las cifras de esta semana han reducido expectativas. Por un lado, debido a las ventas minoristas, que ahora mismo se consideran esenciales para testar el nivel de consumo entre los chinos, se han elevado un 12,7%. Y aunque la cifra parece elevada, lo cierto es que se coloca por debajo de lo esperado por el mercado, que era del 13,6%. E incluso muy por debajo de los datos registrados en abril, del 18,4%, casi 6 puntos por debajo.

Además, a eso se une la producción industrial y su crecimiento menos fuerte de lo estimado. Un 3,5% en mayo que queda muy lejos de las cifras de abril del 5,6%, y tampoco cumple las expectativas establecidas y esperadas por el mercado.

Estas cifras se unen a algunos parámetros que tampoco evolucionan como deberían, caso del escaso crecimiento que experimentan los préstamos, las bajas cifras de venta de viviendas e incluso la encuesta de fábricas de china. Todos los por debajo de lo estimado. A esto se unen además datos industriales preocupantes que avalan más la posibilidad de que la recuperación en el trimestre que termina este mes sea menor. Hablamos de la producción de carbón o de la de acero. Esta última con caídas significativas en mayo y también en términos interanuales. Todo ello aderezado por la crisis galopante que vive desde hace muchos meses su sector inmobiliario.

De ahí que las peticiones de nuevos estímulos que impulsen a la economía no se han hecho esperar, tras los débiles anunciados ante el fin de las restricciones que no han tenido el impacto ni la repercusión esperada. Así el Banco Central de China colocaba ayer mismo el coste de los préstamos a medio plazo a la baja, y lo hacía por primera vez en los últimos 10 meses para estimular el consumo y apuntalar la debilitada economía del país. Un recorte hasta el 2,65% desde el 2,75% anterior.

Algo que además abre la puerta a una rebaja de tipos de interés a corto plazo, ante la preocupación de las autoridades por la marcha del país, y que podría producirse en breve, el próximo martes con la reunión del Banco Central de China.  Un movimiento, que no todos los analistas esperan, ante la situación contraria que experimentan e imprimen en sus políticas monetarias el resto de bancos centrales del mundo, empezando por la Fed.

Incluso descartan políticas mucho más agresivas de estímulo, para evitar la salida de capitales del país, tras la depreciación del yuan de cerca de yuan de cerca del 4% en el presente ejercicio.