Ahora que Sam Altman, el CEO depuesto y repuesto de OpenAI, la compañía más avanzada en lo que a inteligencia artificial generativa se refiere, se ha vuelto un imprescindible en cualquier empresa, como han aprendido a las malas sus inversores que le echaron de su compañía, para rescatarle de nuevo ante el plante de los empleados y verse frente a su mayor aliado, Microsoft, seguro que echa la vista atrás de lo mucho que a pasado en solo un año de vida de ChatGPT.
Desde la numerosa competencia, que pasa por China, en la que oficialmente no está esta herramienta tecnológica, con el Ernie Bot de Baidú, hasta la de casa, en Estados Unidos, con el Bard de Google Alphabet-A, todavía muy lejos y el Anthropic deAmazon una ‘sucursal’ de OpenAI, donde todo se fraguó.
Hablamos de la creación de contenido original desde los datos preexistentes en todos los órdenes y conceptos. Y es que, de momento, todo lo que toca, se convierte en oro.
Y veremos si acierta, en el reflejo patrio, la lotería de Navidad, vamos, el Gordo, porque sus previsiones, se han agotado en las administraciones, haciendo caso omiso de la premisa fundamental: la IA no tiene capacidad para prever eventos futuros y mucho menos, en los que media la suerte, los que son aleatorios.
La presencia de la IA ha convertido en oro puro a algunas empresas del mercado. En el caso de OpenAI, no cotiza en bolsa, pero ha convertido en estrellas más que brillantes a dos gigantes del Nasdaq OMX.
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Su socio, Microsoft es el gran beneficiado de primera mano, desde que estrechara más sus lazos con la empresa y pusiera a disposición de los usuarios sus posibilidades. Tras la firma, en 2019 y la inversión de 1000 millones, en enero de este año, invertía 10.000 para convertirse en el rey, también del mercado.
Desde el pasado mes de enero y la mayor unión con OpenAI, Microsoft sube en Wall Street un 57,4%, mientras cotiza en niveles de máximos históricos por encima de los 377 dólares por acción. Un suma y sigue que, según la empresa, no ha hecho más que empezar.
Y quien está viviendo un segundo alumbramiento en este ejercicio a cuenta de la Inteligencia Artificial y sus posibilidades es la compañía de chips y centro de datos NVIDIA. Y lo hace de tal forma, que se ha convertido en una empresa de megacapitalización, con sus 481 dólares por acción, su valor de mercado de 1,18 billones de dólares y su revalorización, en lo que llevamos de año del 230%, a pesar de las caídas de la última semana. Justo antes de la pandemia, el valor cotizaba en 50 dólares.
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Pero hay otros valores quizá menos mediáticos, pero que están viviendo un momento IA de primer orden. Uno de ellos es Symbotic Rg-A, que gana en el año un 324%, se trata de una compañía de robótica para la automatización de almacenes que ha hecho de la IA su gran referente y que vuela en bolsa en el presente ejercicio, en especial tras sus resultados publicados este noviembre.
UiPath Rg-A es una compañía de software de automatización que también está haciendo, en este ejercicio, su agosto en todo el ejercicio a cuenta de la IA. Sus acciones acumulan ganancias del 52% en lo que llevamos de año, a pesar de que están inmersas en una gran volatilidad, con divergencias importantes en su cotización y apenas lleva cotizando desde abril de 2021.
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Pero esta es solo una pequeña parte reflejada en bolsa de sus aplicaciones que también se vuelcan en la inversión, con la elección de este chatbot de las acciones o activos en los que se puede colocar el dinero, y que, en algunos casos, ha superado a algunos fondos de inversión, como en el experimento realizado por finder.com.
Sea como fuere, el consejero delegado de Nvidia, Jensen Huang describe de forma muy acertada qué representa este chatbot: considera que “ChatGPT es como el iPhone de la Inteligencia Artificial”. Y es que ya tiene más de 100 millones de usuarios, mucho más que cualquier estrella de la música como seguidores en Instagram.