El ahorro y el patrimonio financiero es el enemigo de los políticos y así nos luce. El todavía presidente de nuestra Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) ha visto cómo la contratación del mercado bursátil se reducía en un tercio a lo largo de su mandato, al que accedió justo hace cuatro años ahora. Ha tenido que sufrir cómo la Bolsa española era la única que no llegaba ni de lejos a máximos históricos. De hecho, le ha costado Dios y ayuda recuperar las cotas pre covid.
Con él al frente del regulador, le han capado los planes de pensiones privados, dependientes del ministerio de Economía y la DGS; sí, pero el zarpazo ha ido directo a los mercados y al ahorrador. Al corazón de la economía. Se han ventilado las sicav (esa, en su debe) por cuestiones meramente ideológicas y le han impuesto la Tasa Tobin. Además, de manera indirecta, ha tenido que pechar con el impuesto a las fortunas.
Las socimi, sociedades de inversión inmobiliaria cotizadas en Bolsa, se han salvado in extremis, pero hace 15 días se buscaba también herirlas de muerte.
Cuando desde el Ejecutivo se inventaban impuestos sobre los bancos y las eléctricas, cotizadas prácticamente todas ellas, Ferrovial se largaba dando un auténtico portazo. Un portazo que España, como país, como economía y como mercado organizado, no se puede permitir en ningún caso.
El volumen medio diario de negociación en la Bolsa es de poco más de 1.000 millones de euros. Insuficientes para comprar, qué se yo… ¿Bankinter? Ni en sueños: la entidad que preside Mariló Dancausa vale casi 7.000 millones. La Bolsa doméstica apenas contrata en una jornada el equivalente al 20% de su banco mediano. Lamentable es poco.
Qué decir, por tanto, de las small & mid cap españolas, que mueven poquísimo dinero, si es que mueven, porque no son pocas las que se tiran días enteros sin mover un euro. Otras, pueden ser manejadas por un inversor común con apenas 5.000-10.000, desde su bróker on line. Como si fuera Gordon Gekko y toda su cohorte de operadores.
Con ese volumen de negocio, las empresas ajenas al Ibex quedan fuera de los radares de los fondos de inversión internacionales, todos ellos con unos requisitos de contratación diaria de, al menos, 1-2 millones, porque necesitan adquirir acciones con un mínimo de liquidez. Son varias las empresas que tienen la opción del deslisting sobre la mesa, porque si no les compran la acción, no tiene sentido cotizar.
De hecho, en el momento de escribir esto, salta el titular: “Corporación Alba se retira de la Bolsa”. Todo un histórico del mercado, que fue incluso miembro del Ibex, dice ‘chao’ a la Bolsa. Vaya desastre.
La caída de la contratación bursátil es común en casi todos los mercados internacionales, cierto. Pero en España es peor, cosa que corrobora la OCDE. No me gusta un pelo dicho organismo, como no me agradan las entidades supra nacionales que tanto enamoran al wokismo. No les veo el sentido hace ya muchos años, nos cuestan cantidad de dinero a todos y son poco más que un remanso de colocaciones de alto stading para gastar dinero desde los personalismos. Sin embargo, su informe señala como “conclusiones empíricas” lo siguiente:
“Los mercados públicos de renta variable en España han tenido casi el doble de exclusiones que nuevas cotizaciones desde 2000. La cantidad de capital recaudado y la liquidez del mercado secundario han disminuido sustancialmente. Las empresas que cotizan enfrentan desafíos como bajos niveles de “free float”, altos costes de cumplimiento, volatilidad de precios y requisitos de transparencia”.
Unas afirmaciones lacerantes, pero conocidas de sobra para todo aquel que se dedica a lo económico. ¿De verdad era preciso llamar a la puerta de la OCDE para que denuncie lo evidente? Máxime, para la CNMV.
Quizá, ese informe es una forma de cubrirse las espaldas ante las tropelías que ha debido sufrir el regulador desde el Ejecutivo. Al ser un ente político, tal vez no se veían legitimados para denunciar las políticas del Gobierno. ¿Temor al cese? No lo sé, pero parapetarse tras la OCDE es, cuanto menos, llamativo. Cualquier periodista de mercados con algo de experiencia habría hecho ese paper.
Resulta increíble el sonoro silencio de las partes afectadas. Ni las sociedades de valores, ni los gestores de fondos o de pensiones, ni las bancas privadas han dicho ni pío, tampoco. Inverco, Unespa o la propia BME han presentado propuestas sensatas, desde la moderación y la corrección, pero cuando se hunde el Titanic, quizá hace falta una postura algo más vehemente.
Las OPV se están cancelando, el dinero sale de los planes de pensiones y los brokers mandan el CV a todas partes y buscan trabajo en otros lares, cuando antaño era la profesión más glamurosa y bien pagada posible. Esto último no me lo tienen que contar, lo he visto con mis propios ojos: operadores de Bolsa preguntando a las gestoras si tienen un hueco para ellos porque entre la caída del negocio y los brokers on line, saben que les huele el trasero a nitroglicerina.
Las declaraciones de la secretaria del Tesoro, Paula Conthe, recibiendo de buen grado el informe parecen poco más que un “recibido y archivado”, aunque a lo mejor nos sorprenden desde lo público y dan un giro a sus políticas. Veremos.
Llegados a este punto, no se trata de hacer más leña. Las propuestas para relanzar los mercados españoles están bien documentadas y van razonablemente dirigidas tanto en el documento de la OCDE como en el Libro Blanco de la Bolsa, con sus ideas para dinamizar mercados. Son sensatas y nada kamikazes.
De lo que se trata es de intentar, entre todos, que haya formación bruta de capital. Inversión real en España, y no me refiero a los Next Generation, a los eurobonos que reclama Draghi o a más deuda pública, que parecen ser las únicas recetas. A generación real de renta que impulse la economía.
Nuestro país necesita un marco fiscal que deje de asfixiar a particulares y empresas, que les permita generar excedentes y destinarlos a la reinversión. Que las personas puedan ahorrar y para ello hay que dar oxígeno a las empresas, en forma de menores cotizaciones sociales y cuotas de Autónomo más realistas. Y, a la vez, que tengan en los fondos de inversión y de pensiones unos auténticos cañones para colocar su ahorro, no asustar al sector dejando caer en prensa que se está estudiando aplicar fiscalidad anual a las instituciones de inversión colectiva cada año, en una medida absolutamente confiscatoria, rayana en lo delictivo, por cuanto supone cambiar arbitrariamente la naturaleza del producto.
Está muy bien que la OCDE reclame una cuenta individual para que los particulares tengamos en ella nuestro capital invertido, pero antes que eso, debe asegurarse que se puede generar capital.
Soy un firme convencido de que este país puede darse la vuelta en poco más de un año. Comenzar a generar crecer verdad y con ello disparar sus mercados financieros, con el enorme impacto económico que tendría en toda la sociedad. Pero hay que ir en la dirección opuesta a la actual. De momento, lo ha tenido que decir la OCDE, ¿se enterarán las alturas? Hagan apuestas.