Otra cuestión que tuvo un efecto acelerador en la caída de la rentabilidad de la deuda fue el anuncio por parte del Gobierno de que el déficit del año pasado se sitúo en el 6,7%, cifra mejor que la esperada por el mercado. Los posteriores ajustes de Eurostat no trastocaron la sensación de que el déficit se había conseguido controlar de forma razonable por primera vez en muchos años.
Sobre estos argumentos, la deuda española continuaba mejorando. En la última fase, en paralelo a la fuerte subida de la Bolsa, ha ponderado el cambio en la percepción sobre la economía española, y el aumento de la demanda de inversores no residentes sobre el conjunto de activos españoles (entre otros, los títulos de deuda).
Desde los niveles actuales, el margen de mejora es ciertamente limitado. En toda esta tendencia no se ha cotizado en ningún momento el fortísimo aumento de la deuda en circulación, ni el efecto de saturación que puede tener sobre los poseedores o potenciales tenedores de deuda española. Así pues, el Tesoro español estaría muy cerca de alcanzar su óptimo de financiación. Esta circunstancia se ha producido con el rating del Reino de España en mínimos (a la vista de una probable mejora de su calificación en los próximos meses).
Del hecho de que el bono español quede anclado en este entorno depende en gran media que la factura de intereses pagados por la deuda no alcance cotas dramáticas, y no trastoque de forma sustancial el esquema de recuperación que se ha trazado”.
M.G.