Subir o no subir los tipos de interés. No parece que ese sea ahora mismo el dilema que se le presenta a la presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde. De hecho, en el encuentro del BCE de Sintra, volvía a telegrafiar, como en reuniones anteriores, que subiría este jueves 27 de julio de nuevo los tipos de interés en la eurozona en 25 puntos básicos hasta colocar la tasa en el 4,25%.

Sin duda el consenso lo respalda. Desde Bloomberg consideran esta subida, pero la mirada como el resto del mercado está puesta mucho más allá. En esa cota a seguir rebasando el 4% que podría marcar el BCE con una nueva subida de 25 puntos básicos y previsiblemente la última que espera en esa escalada desde el mercado.

Lo cierto es que la inflación ya está entrando en terreno estructural en la eurozona, con un mes de junio en el que se igualaba la tasa general con la subyacente al 5,5%. Pero con un camino diametralmente opuesto. En el caso de la tasa general a la baja volviendo a niveles de febrero pasado.

Respecto de la subyacente, la senda es inversa, sube del 5,3 al 5,5% sin tener en cuenta los alimentos frescos ni la energía, pero es la que peor evolución tiene y la que más preocupa, por su persistencia en niveles elevados, frente al control que ya se ha producido en Estados Unidos, donde poco a poco se ha ido doblegando.

De ahí que los niveles de consolidación de las subidas en el precio del dinero en la eurozona se empiecen a generalizar, aunque también se comience a vislumbrar el principio del fin de las alzas. Pero lo que de verdad espera el mercado, no es solo que dejen de subir, sino que empiecen a bajar. Un asunto que se aleja del horizonte.

Según la última encuesta de Reuters, más de un 90% de los analistas consultados no ven recortes en los tipos hasta el final del primer trimestre de 2024.

Y todo ello con una recesión técnica en la eurozona, comandada por sus dos grandes economías, que, si están reflejando en sus PIBs la fuerza de las subidas de tipos, que se trasladan, con la inflación en primer plano, a la economía del día a día, con mayor énfasis que nunca en la corta historia del BCE. Y ese grado de resiliencia será fundamental. Desde Link Securities Juan J. Fdez-Figares destaca que “parece que los inversores consideran que la debilidad del crecimiento económico de la región puede hacer que el BCE se piense dos veces seguir subiendo sus tasas de interés de referencia tras el verano. Seguimos pensando que para que eso ocurra, la inflación deberá dar sorpresas positivas, especialmente la de servicios”.

Y es que Pablo Duarte, analista senior del Instituto de Investigación Flossbach von Storch afirma que “dejar que aumente la inflación va en contra de la lucha contra el aumento de los precios de consumo que se viene librando desde hace más de un año. Sin embargo, si aumentara a largo plazo podría tener un impacto negativo en el crecimiento”.

Ulrike Kastens, economista europea para DWS destaca que “en última instancia, son decisivas las perspectivas de los tipos de interés, que serán el tema principal durante la conferencia de prensa del jueves. Aquí, sin embargo, la presidenta del BCE, Christine Lagarde, probablemente no dará una respuesta clara. La tendencia subyacente de los precios sigue siendo preocupante. Pero una determinación preliminar sobre si será necesaria otra subida de tipos en septiembre será probablemente rechazada, teniendo en cuenta las nuevas proyecciones sobre crecimiento e inflación que se esperan para entonces”.

Y afirma que “dado que, en nuestra opinión, ni el mercado laboral ni la tendencia subyacente de los precios se debilitarán significativamente, seguimos esperando una nueva subida de tipos en septiembre”.

El siguiente capítulo lo viviremos a finales de agosto con toda probabilidad en las montañas de Jackson Hole, en Wyoming desde el 24 al 26 de agosto. Un idílico paraje para el encuentro de los banqueros centrales, que marca el inicio del ciclo económico tras el verano.