En 2007 el Banco Europeo de Inversiones lanzó su primer bono verde y tuvimos que esperar hasta 2014 para ver unos crecimientos de doble dígito. En 2018 tuvieron un bache. ¿Qué perspectivas se manejan para 2019?
Sí, desde 2014 se creció prácticamente a doble dígito todos los años. El año pasado se creció un 3% respecto a 2017, una cifra positiva para cerrar en los 168 millones de dólares emitidos a nivel mundial. Este año las previsiones que manejan los analistas rondan los 230 mil millones de dólares divididos a nivel mundial, lo que supondrá un crecimiento del 30% respecto al año pasado.
Visto el recorrido del primer trimestre de 2019 parece que las cifras van a ir en esa línea. El primer trimestre se ha cerrado con un entorno de 50 mil millones de dólares emitidos. Con acceso de nuevos emisores, 43 nuevos emisores en todo el mundo que han accedido por primera vez a la financiación vía bonos verdes, por lo que si parece que al cierre del ejercicio se alcancen esos 220 mil millones de dólares.
¿En qué consiste la financiación verde y en concreto los bonos verdes?
En general, la financiación sostenible es aquella que incorpora criterios de sostenibilidad, buen gobierno corporativo, sociales, en su gestión. Y esta etiqueta sostenible se puede añadir a cualquier tipo de producto financieros: fondos sostenibles, hipotecas verdes y en renta fija los bonos sostenibles, aquellos cuyo el uso de los fondos que se capta a traves de la emisión se destina a la consecución de los objetivos de sostenibilidad establecidos por las Naciones Unidas.
Estos bonos sostenibles, a su vez se dividen en dos tipos de productos: los bonos sociales (aquellos cuyos fondos van específicamente destinados a proyectos de tipo social y utilizados por las administraciones públicas) y los bonos verdes (aquellos en los que el emisor fija en el objetivo del uso de los fondos emplearlo en proyectos elegibles con un impacto positivo en las reducciones de CO2 en la economía).
¿En toda esta tendencia global qué papel ocupa España en la emisión de bonos verdes?
España tiene un papel muy relevante a nivel mundial. Como país si vemos las cifras de volúmenes emitidos por jurisdicciones, España ocupa la sexta posición a nivel mundial. Si excluimos las emisiones que hacen los multilaterales, estaríamos en la quinta posición por encima de países con economías mucho más importantes en cuanto a tamaño que la española y, por tanto, con mayor potencial emisor. Por lo que deja muy claro la alta sensibilidad que hay en España. De hecho los emisores españoles tanto del sector público como Adif, Comunidades Autónomas o Ayuntamientos (Barcelona, Madrid el Gobierno Vasco), el ICO (que ha debutado recientemente en abril) o como el sector privado (BBVA, Iberdrola, Telefónica, etc.) están siempre liderando las tablas de emisores más importantes en el mercado y en su vanguardia con unos productos muy innovadores.
¿Qué gana un emisor emitiendo bonos verdes?
Tienen unos beneficios claramente reputaciones y todavía hay discusiones de si tiene beneficios económicos en cuanto al coste de la financiación que tiene el emisor. Si es cierto que hay colectivos inversores, cada vez más importantes, que demandan específicamente emisiones de bonos verdes. Por tanto los emisores que acceden a este mercado para emitir esta serie de productos, si ven favorecido el proceso de colocación (teniendo libros más profundos, más facilidad en la originalidad de las emisiones e incluso el acceso a determinados inversores que a lo mejor de no tener bonos verdes no comprarían un producto de ese emisor).
A parte de los aspectos puramente financieros, intrínsecos a la renta fija, hay otros aspectos más internos de la propia gestión de la compañía. Es muy importante, por ejemplo, la cohesión que se establece entre los distintos equipos a nivel de las empresas en relación con las emisiones de bonos verdes. Siempre se ha hablado de que por un lado en el mundo de la financiación iban los financieros y por otro los ingenieros. Sin embargo, en el caso de los bonos verdes, como hay unos criterios muy estrictos con reporte continuo de su cumplimientos, esos ingenieros tienen que reportar a los financieros cómo se están comportando los proyectos a los que se están destinando los fondos. Y eso da una cohesión interna muy fuerte en el interior de los equipos, además de alinear a la compañía en torno a un mensaje único que es el de la protección del planeta.
¿Qué papel tienen las bolsas en el mercado de bonos verdes?
Bueno, las bolsas estamos muy comprometidos con este mercado también. En concreto, en BME participamos en una iniciativa de las Naciones Unidas, la Sostainable Stock Exchanges. Es un grupo que junto con otras 70 bolsas a nivel mundial, Gobiernos, inversores y otro tipo de participantes, estamos en grupos de trabajo para buscar la promoción del cumplimiento de esos compromisos de sostenibiliad. Y, en particular, a las bolsas lo que se nos requiere es fomentar la definición de estándares de mercado, de una taxonomía, crear segmentos específicos del mercado para fomentar la transparencia, la definición de métricas y estadísticas sobre los volúmenes emitidos (como el Índice Ftsee for good Ibex) y reporte a los reguladores, y, por último, fomentar todo lo que tiene que ver con la cultura financiera (como el Instituto BME).
¿Cuáles son las novedades en los productos?
Se está extendiendo cada vez más, desde el ámbito de los propios productos y las estructuras que tienen, o los emisores, o incluso otros formatos no directamente relacionados con los mercados, como préstamos sostenibles… Hay una evolución bastante amplia en el mercado.
¿Hacia dónde tiende el futuro de este mercado?
El futuro es muy prometedor, porque va el planeta en ello. Hay un compromiso muy fuerte institucional por el fomento y desarrollo de este mercado y lo que tiene que ver con las finanzas sostenibles.
También vemos que hay potencial de crecimiento en ámbitos que todavía no se han explorado, como la capacidad de emitir este tipo de productos por empresas de un tamaño menor de las que habitualmente lo están utilizando.
Estamos asistiendo, a nivel país, a un cambio estructural en los modos de financiación que tienen las empresas. Hemos pasado de unos mercados en los cuales solo grandísimas empresas podían utilizar los mercados de renta fija para financiarse y ahora vemos como cada vez hay más número de compañía que salen al mercado. En concreto, desde 2013 hemos visto 60 nuevos emisores que han llegado a cotizar emisiones al MARF, que no habían hecho nunca emisiones en el mercado de capitales. Y ahí creo que hay un nicho de desarrollo que compañías de tamaño menor puedan utilizar los bonos verdes también como mecanismo de financiación.
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