Tras el retoque de tres cuartos de punto de la Fed la semana pasada, ha llegado el turno del BoE (Reino Unido), el SNB suizo y el Norges Bank de Noruega. Frente a casos como el de Turquía, donde la decisión de su banco central se aleja desde hace tiempo de la ortodoxia económica. 

Desde la sala de máquinas de Bankinter se precisa que los bancos centrales “no encuentran otro remedio, porque el riesgo de no actuar a tiempo parece más alto”, en alusión a “la estanflación como en los años setenta y ochenta. 

En opinión de sus expertos, la botella medio vacía de este escenario se aprecia en que la táctica monetaria en boga “tiene efectos secundarios sobre el empleo, sobre el PIB y sobre beneficios empresariales”; todos, a la baja. De ahí que “las bolsas están atenazadas”, dado que el grado de incertidumbre macro-económico es sumamente elevado, lo que tira al alza el riesgo de prima y la subida de tipos es un lastre para las cuentas de resultados; especialmente para sectores como el inmobiliario y compañías con alto endeudamiento”. Entonces ¿sirven los bonos como refugio? se cuestionan sus analistas: “todavía no, porque tienen que convivir con tipos más altos durante bastante tiempo e inflaciones altas (del 8,3% en EEUU y del 9,1% en la zona del euro).