Valorar cómo se resuelve la diferencia entre el paso a paso de la integración política y la velocidad de vértigo de la
desconfi anza del mercado. Al final, asumir que durante un tiempo (ya veremos cuánto) viviremos (o malviviremos) al fi lo de la navaja. Es importante pensar en esto último: pocos son los que defienden las bondades del Euro a medio y largo plazo frente a la mayoría de nuestra clase política que asumen (incluso explícitamente) su supervivencia porque la alternativa sería mucho más costosa. A esto hemos llegado tras cuatro años ya de Crisis. Cuatro años que nos han servido para identifi car el Problema como Institucional: la Casa se empezó por el techo (unión monetaria) cuando el suelo (unión política) se dejó para el final.


Debo admitir que quién mejor ha refl ejado la realidad actual de la Moneda Única ha sido la Canciller alemana. En un reciente discurso, destacaba tres importantes ideas: 1) Su apoyo al Euro; 2) su rechazo a mutualizar la deuda; 3) su posición a favor de una progresiva integración fi scal, fi nanciera y política. Pero no a la velocidad que exige el mercado para lograrlo. ¿Qué les queda entonces a los países ahora más cuestionados? Tomar medidas agresivas  de ajuste fi scal y estructural y esperar que sean sufi cientes para convencer al mercado o al menos al ECB; buscar un rescate fi nanciero, si es posible. Y todo ello bajo el temor que la situación no se contagie a otros países, de forma que a la larga no haya sufi ciente dinero para todos. También decía la Canciller alemana que el margen de actuación financiera (solidaridad, que no es lo mismo que asumir el coste de la deuda… aunque de hecho ya lo está haciendo) no es ilimitado. En este caso sólo dependeríamos del ECB, “si se lo permite su mandato”. Yo creo que sí.