¿Qué son los sesgos cognitivos?
En realidad, los sesgos cognitivos son “atajos” que nuestro cerebro toma para la facilitación de las decisiones. El problema surge cuando los problemas o situaciones a afrontar no son fácilmente resolubles mediante una fórmula simple o sencilla. Entonces las heurísticas que toma el cerebro ya no son funcionales.
Hay multitud de situaciones que requieren una mayor carga cognitiva y un procesamiento lógico de carácter superior, sin duda debido a la interacción de muchas variables por la complejidad del ámbito en el cual nos movemos.
Sin duda alguna, los mercados financieros se encuadran dentro de esta categoría: los sistemas complejos, tanto si nos referimos al mercado de futuros, acciones cotizadas, la renta fija. También con otros productos financieros derivados. Realizar inversiones en un broker regulado es una tarea en la que hay que analizar y supervisar multitud de variables, así como la correlación entre muchas de ellas. El epítome de esto se refleja en la validez y fiabilidad en un amplio espacio temporal al diseñar un sistema automático de trading perdurable. Pero volvemos al sesgo de dotación en el trading.
Así funciona el efecto dotación en el trading
Este sesgo cognitivo fue desarrollado originalmente por el economista Richard Thaler, que junto al psicólogo y premio Nobel Daniel Khaneman, realizaron multitud de pruebas empíricas para desarrollarlo conceptualmente.
El efecto dotación es la percepción de valor superior atribuido que las personas realizan por el mero hecho de poseer un activo o bien. Lo relevante en este sesgo cognitivo es la atribución que hace el inversor sobre que “lo suyo es mejor”, con el fin de reforzar su decisión de compra de un activo financiero.
En esta sobrevaloración en la posesión subyace una clara aversión a la pérdida sin que haya un análisis riguroso sobre la valoración concreta y lo más objetiva posible. El sujeto no quiere pensar que su “posesión” tiene menos valor del que él cree que realmente tiene.
Este sesgo lleva al inversor a “fijarse” de manera selectiva en aquellos argumentos que refuercen su compra y desechar aquellos críticos con la valoración de la ya posesión del activo financiero (sea éste una acción concreta o un fondo de inversión).
En definitiva, y dicho de una manera clara y coloquial: el efecto dotación provoca que el inversor crea sólo lo que “quiere” creer que valen sus inversiones, incluso, aunque el valor nominal de la cartera refleje una fuerte disonancia.
Un ejemplo claro de esta falta de objetividad se da cuando la persona ha comprado un activo concreto o una acción específica. La posesión del activo va a provocar que de manera continua se busquen y validen únicamente informaciones u opiniones que refuercen motivos para acreditar que va a subir de precio o “valer” más en el futuro.
Se anula el pensamiento racional y se desecha todo lo que se diga sobre la baja calidad de la acción bursátil, fondo de inversión o ETF, llegando incluso a falacias narrativas de justificación que hablan de la poca credibilidad o conocimiento de quienes exponen una posición crítica sobre lo “mío”.
Cómo solucionar el efecto dotación
Lo más importante, al igual que sucede con el resto de los sesgos cognitivos, es tener un pensamiento crítico y racional en el que se valoren todos los datos disponibles, tanto los positivos como los negativos.
Es relevante tener una actitud objetiva en el análisis de la información disponible durante toda la vida de posesión del activo, ya que, son múltiples las variables que podrían hacer cambiar la valoración real según se vayan desarrollando acontecimientos. Hay que ser consientes que el valor no es inmutable.
Las decisiones de inversión tienen que ser tomadas en base al análisis profundo y sistemático del activo, desprendiéndose del vínculo emocional o sentimental que provoca la propiedad. La racionalidad debe prevalecer en nuestras inversiones.
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