Seis meses después, el camino recorrido es espectacular: Italia, que refinanciaba su deuda a 10 años al 6%, lo hace ahora al 4,2% y España ha pasado del 7,5% al 5,1%. Mejor aún, Rajoy declaró recientemente que, excepto en caso de nueva degradación de su deuda, ni siquiera solicitaría la ayuda del plan OMT. Seguramente es demasiado pronto para gritar victoria, pero la famosa garantía mencionada por Mario Draghi quizás no llegue a utilizarse nunca. Si el proceso de estabilización de las deudas europeas prosigue, la historia dirá sin duda que, con pocas palabras bien elegidas, un banquero central habrá “dado la vuelta” a la dinámica negativa de las deudas de la zona euro (según Eurostat, 8.524.000 millones de euros de deuda pendiente).
Esta visión será obviamente simplista: detrás de la declaración, había un trabajo de fondo para convencer a los socios europeos (y en particular a los alemanes) de que, en caso necesario, había que estar listos para movilizar esos famosos importes ilimitados. Para ser creíble, la disuasión del BCE, requería el blanc-seing alemán, y haberlo obtenido es uno de los mayores talentos del Señor Draghi.
La historia olvidará la política como el rumor bursátil y sólo recordará las palabras. Como inversores pragmáticos, recordaremos este momento especial en que la zona euro fue enderezada. Como europeístas convencidos, recordaremos sobre todo la lección de que, en una zona euro fragilizada por su primera gran crisis financiera, la determinación produce los mejores resultados. Un bonito guiño a Jean Monnet, uno de los padres de Europa, que afirmaba: «Lo importante no es ser optimista ni pesimista, sino tener determinación»
Didier Le Menestrel, Presidente de Financiere de l´Echiquier