La compañía se comprometió a un capital inicial en una primera fase de APW, llamada APW-1, que ascendía a más de 1.800 millones de euros. Este incluye varios activos, como plantas renovables de Atacama, centrales A3T y A34 en México y líneas de alta tensión en Brasil.
APW intentó llevar a cabo y arrancar algunas operaciones, pero la crisis de Abengoa frenó todo esto. Expansión afirma que esta crisis tuvo como consecuencia la solicitud de preconcurso de acreedores en noviembre de 2015 que no posibilitaron las transacciones. Todo quedó hundido, hasta que en marzo de este año, Abengoa y EIG comenzaron a pactar negociaciones para cortar sus alianzas
Según informa Expansión, la compañía afirma que “la situación en la que estaba la compañía hace unos meses le impidió cumplir con determinadas obligaciones contractuales derivadas del contrato firmado con EIG para la creación de la joint venture APW-1. En el mes de marzo de 2016 se procedió a iniciar un proceso de negociación para intentar alcanzar un nuevo acuerdo que regulase la relación entre ambas partes. Y durante el mes de octubre se ha alcanzado un acuerdo con EIG”.
Mediante este acuerdo, Abengoa renunciará a “cualquier derecho que tenga sobre su inversión en APW-1, en cuanto a su participación y a los créditos que tuviera con ella, lo que ha supuesto un gasto de deterioro en la cuenta de resultados consolidada por un importe total de 36 millones de euros, así como el traspaso a Abengoa del derecho de adquisición de la participación minoritaria que APW-1 mantenía sobre determinadas líneas de transmisión en Brasil a cambio de una compensación económica a abonar por Abengoa por importe nominal de 450 millones de dólares”, según ha afirmado la empresa.
La compañía cerró el mes de junio con una pérdida que alcanzaban los 3.689 millones de euros y en septiembre rozaban ya los 5.413 millones de euros.