La acelerada digitalización está creando ecosistemas con millones de aparatos conectados entre sí que generan multitud de datos que deben ser procesados con la mayor rapidez para que realmente sirvan para que las empresas sean capaces de tomar decisiones de una forma más ágil y eficiente. Precisamente, junto con el crecimiento del uso del Internet de las Cosas (IoT) y la llegada de las redes móviles 5G, el Edge Computing está despertando un gran interés entre los gestores de Tecnología de la Información (TI) en las empresas, gracias a su enfoque descentralizado y su capacidad para procesar los datos lo más cerca posible de su origen. Algo imprescindible para reducir la latencia de las respuestas, ganar seguridad en la gestión del dato y permitir reaccionar en el menor tiempo posible.

Edge Computing ya está habilitando soluciones para turismo, ciudades inteligentes, industria 4.0, supervisión de la seguridad de los activos e infraestructuras, análisis de vídeo en tiempo real, juegos, realidad virtual y aumentada, entre otros muchos casos de uso. Y su expansión no ha hecho más que empezar, ya que IDC estima que el gasto realizado en Edge Computing alcance los 24.000 millones de dólares este año en Europa y, según Grand View Research, el mercado de Edge Computing global crecerá hasta alcanzar 61,14 miles de millones de dólares en 2028, lo que supone una tasa de crecimiento anual del 38,4%.

Edge Computing o computación en el borde es un término que se utiliza para describir un nuevo paradigma en el que la infraestructura de computación y almacenamiento de la nube se acerca al usuario final. En un entorno de computación de borde (edge), las aplicaciones, la computación y el almacenamiento de los datos se sitúan muy próximas a la fuente de los mismos (es decir, se llevan al "borde de la red"), en lugar de localizarse en la nube o centros de datos centralizados. Al procesar los datos en el Edge y minimizar la distancia entre los dispositivos y el cómputo se puede ofrecer lo mejor de dos mundos: la experiencia del procesamiento local con su elevada calidad, seguridad y reducida latencia; junto con la flexibilidad, disponibilidad, escalabilidad y eficiencia que ofrece la computación en la nube.

El uso de infraestructura cloud implica, en numerosas ocasiones, la necesidad de transmitir los datos a través de largas distancias, lo que puede implicar retardos significativos y dificultades para garantizar la calidad extremo a extremo. El Edge Computing surge para resolver estas limitaciones, ya que acerca los recursos de computación y de almacenamiento al lugar donde se generan los datos, lo que permite el procesamiento en tiempo real de grandes volúmenes de datos. Adicionalmente y gracias a que las aplicaciones se encuentran cerca del usuario final se facilitan las garantías de seguridad, residencia y resiliencia de los datos.

Adicionalmente, se habilitan nuevos modelos de computación híbrida en la nube, donde las aplicaciones con requisitos más estrictos o críticos se podrán desplegar en el Edge, cerca de donde se generan los datos, y el resto se llevarán a la nube centralizada por su mayor eficiencia. Estos entornos serán especialmente atractivos para aquellas organizaciones con requisitos de computación intensiva, que generan cantidades masivas de datos o dependen de aplicaciones que requieren tiempos de respuesta muy cortos, que hasta ahora no era posible alojar en la nube tradicional.

Otra de las principales ventajas a la hora de implementar Edge Computing para el almacenamiento y computación de datos masivos es su alto componente sostenible, ya que al compartir la infraestructura entre varios clientes se gana en eficiencia energética.

En los próximos años los despliegues de Edge Computing tendrán un rol central en el desarrollo de nuevos servicios de valor añadido para los clientes. Esto ya empieza a ser una realidad que se plasma en los numerosos casos de uso y entornos en los que se están disfrutando de los beneficios de las soluciones de Edge Computing, destacando los entornos industriales y fábricas, el procesamiento de vídeo en tiempo real con inteligencia artificial, la gestión de activos o las redes privadas 5G.

El Edge Computing es, sin duda, un mercado con un gran potencial de crecimiento para los próximos años y una apuesta mundial. La Comisión Europea contempla que se necesitarán unos 10.000 nodos de Edge en la Unión Europea en 2030, lo que supone que España se enfrenta al reto de construir unos 1.000 en nueve años teniendo en cuenta la población y el peso económico del país.