Sostenibilidad y medio ambiente

La importancia de la prima verde en la transición hacia las emisiones cero

Banco Santander explica el papel de este indicador, que mide la diferencia de precio entre un producto o servicio que emite carbono y una alternativa limpia, y permite identificar los sectores donde es más necesario innovar.

Hace años que Banco Santander asumió el compromiso de cambiar la manera de hacer las cosas para construir un mundo más sostenible y luchar contra el cambio climático. La entidad, que cuenta con una detallada hoja de ruta para alinearse con los Acuerdos de París y reducir la emisión de gases de efecto invernadero, explica este concepto clave en la transición energética. “La transición a un mundo con cero emisiones es uno de los grandes retos a los que se enfrenta la sociedad. Saber dónde actuar y cuántos recursos destinar es el primer paso para lograrlo”, señalan desde el banco.

Y es aquí donde entra en juego la prima verde, un concepto utilizado por primera vez por Bill Gates en su libro Cómo evitar un desastre climático, publicado en 2021. El cofundador de Microsoft realiza un análisis sobre los sectores económicos que más contribuyen al cambio climático y ofrece varias alternativas para frenar el deterioro del planeta. Una de las ideas que más eco ha tenido es la de la prima verde, que define como la diferencia en coste entre realizar una actividad basada en combustibles fósiles o hacerla de forma limpia, sin generar emisiones.  

La entidad financiera pone el ejemplo de un camión. Si este vehículo utiliza gasolina (de origen fósil y que emite CO2) gastará 100 euros diarios en combustible para hacer su recorrido. Sin embargo, si usa una alternativa menos contaminante, como un biocombustible neutro o bajo en emisiones, el coste sería de 250 euros al día. Es decir, se considera como prima verde la diferencia de los 150 euros extra que debería pagar de más para no contaminar. Lo mismo sucede en otros sectores como la agricultura, la energía, la moda o el comercio, en los que existe una brecha importante de precio a la hora de elegir las opciones más respetuosas con el planeta. Por tanto, conocer la prima verde es clave para poder reducirla. 

¿Por qué la opción menos contaminante y más ecológica suele ser la más cara?. “Aunque no es una regla, es frecuente que la respuesta esté en los procesos de elaboración”, señalan desde Santander. El sector energético ha estado destinando recursos durante varias décadas para construir las infraestructuras y tecnologías necesarias para producir energía de fuentes como el gas o el petróleo. Por ello, como señala el banco, para descarbonizar este sector, es necesario empezar a desarrollar una nueva industria de energías renovables. De hecho, cuando esto suceda, será mucho más eficiente y rentable que la actual.

La prima verde permite detectar qué soluciones de carbono cero son necesarias, como la energía solar, con una prima baja en algunos lugares; y en cuáles se deberían centrar los avances porque las alternativas limpias no son suficientemente baratas: “cuanto menor sea la prima que los consumidores deban pagar por elegir un producto o servicio que no contamine, más crecerá su demanda”, indica Santander.

Gates señala tres factores a tener en cuenta para reducir la prima verde. El primero, la innovación, es decir, encontrar alternativas eficientes y rentables para elaborar productos y servicios que no emitan CO2. Esto incluye toda la cadena de valor: producción, transporte, comercialización, uso y fin de la vida útil. En este sentido, sugiere enfocar los recursos, innovación y desarrollo en cerrar la brecha de precios con aquellos más contaminantes.

También es importante la financiación. El capital es esencial para promover la innovación, así como para impulsar la transformación entre los sectores productivos y rebajar la prima verde. Productos financieros como los bonos verdes son una muestra de cómo es posible obtener recursos económicos para destinarlos a proyectos o iniciativas sostenibles; o las líneas de créditos y préstamos que ofrece el sector bancario para la transición energética de la industria y los hogares.

Por último, es fundamental el papel de los Gobiernos, que pueden contribuir con la disminución de la prima verde a través de políticas públicas. Por un lado, invirtiendo directamente en investigación y proyectos de desarrollo sostenible; y, por otro, dándo facilidades al sector privado para que lo haga. Otra solución es la puesta en marcha de medidas que desincentiven el uso de productos o servicios contaminantes o que, durante su elaboración, emiten CO2.

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Una descarbonización programada

Para contribuir al objetivo de las cero emisiones y concienciar a la población, la entidad que preside Ana Botín puso en marcha en 2022 una herramienta pionera para medir y compensar la huella de carbono. A través de la app y la web del banco, los clientes pueden comprobar su huella de forma mensual, descrita en kilos de CO2 equivalentes a los emitidos a la atmósfera y agrupados por categorías, y compensarla colaborando de forma voluntaria en distintos proyectos que tratan de evitar nuevas emisiones o absorber las ya emitidas, lo que se conoce como créditos de carbono.

Banco Santander hizo público en 2019 un ambicioso calendario para alcanzar las cero emisiones netas. Ya desde 2020, es una organización neutra en emisiones de carbono en sus propias operaciones; un año después se eliminaron los plásticos innecesarios de un solo uso y se fijaron los primeros objetivos hacia la descarbonización: dejar de ofrecer, con el horizonte en 2030, servicios financieros a clientes de generación de energía eléctrica cuyos ingresos dependan en más de un 10% del carbón térmico y eliminar su exposición a la minería de carbón térmico en todo el mundo. Y el año pasado fijó nuevas metas intermedias —también para 2030— que implican a otros sectores relevantes, como los del petróleo, gas, transporte, minería y siderometalurgia.

El grupo también ha avanzado en su plan de eficiencia energética, que contempla la reducción del consumo de energía en un 2,6% y las emisiones en un 35,4%. El objetivo es que en dos años el total de la energía consumida proceda de fuentes limpias (actualmente ya roza el 90%). Y espera movilizar 120.000 millones de euros en financiación de proyectos verdes antes de 2025 y de 220.000 millones en 2030. Desde 2019, ha respaldado iniciativas sostenibles por un valor superior a los 96.000 millones.

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